Lee para el estudio de esta semana
Éxodo 11: 1–10; Miqueas 6: 8; Éxodo 12: 1–30; 1 Corintios 5: 7; Éxodo 13: 14–16; Hebreos 11: 28.
Para memorizar:
«Y cuando sus hijos les pregunten: “¿Qué significa este rito?”, responderán: “Es la víctima de la Pascua en honor del Señor, que pasó por alto las casas de los israelitas en Egipto, cuando hirió a los egipcios, y libró nuestras casas”» (Éxo. 12: 26, 27).
La décima y última plaga está a punto de caer. Se da el último aviso. Es necesario tomar la decisión final. Se trata de una cuestión de vida o muerte. No solo está en juego la vida de un individuo, sino la prosperidad de las familias y de toda la nación. El faraón y sus funcionarios serán responsables del destino de muchas personas, ya sea para vida o para muerte. Su actitud respecto del Dios vivo de Israel determinará no solo su futuro, sino también el de su nación.
¿Cómo nos sentimos y qué hacemos cuando la gravedad de las circunstancias se cierne sobre nosotros y tenemos que tomar una decisión que no solo afectará nuestra vida, sino también la de muchos otros?
Dios está más que dispuesto a concedernos sabiduría, entendimiento y poder para hacer lo correcto (1 Cor. 1: 30; Fil. 2: 13).
El problema, sin embargo, es que nuestro obstinado corazón no siempre está dispuesto a hacer lo correcto. Sabemos en qué consiste esto, pero nos negamos a hacerlo. En el relato acerca del Éxodo, la negativa de un hombre a someterse a Dios, incluso ante la abrumadora evidencia, resultó, como siempre ocurre, en una tragedia para él y para muchos otros.
DOMINGO 27 DE JULIO 2025
Una plaga más
El profeta Amós declara que «nada hace Dios [...] sin revelar su secreto a sus siervos los profetas» (Amós 3: 7). En armonía con ello, el Señor reveló al faraón lo que se avecinaba por medio del profeta Moisés. El gobernante de Egipto recibió la más solemne advertencia del juicio justo de Dios contra el orgullo, la explotación, la violencia y la idolatría responsables de las calamidades que se abatirían sobre su tierra.
Lee Éxodo 11: 1 al 10. ¿Qué advertencia dio Dios antes de ejecutar su juicio sobre Egipto?
Dios dio tiempo a Egipto, tres días de oscuridad (Éxo. 10: 22-23), para pensar en los acontecimientos recientes y en lo que significaban. También les dio la última advertencia explícita, la última oportunidad de hacer lo correcto.
Pero Éxodo 11: 8 dice que Moisés «salió muy enojado de hablar con Faraón». ¿Por qué se marcharía Moisés enojado? Muy probablemente porque sabía que la tragedia, la décima plaga, afectaría a mucha gente inocente, todo a causa de la dureza de corazón del faraón.
Además, el número diez es significativo en el simbolismo bíblico, ya que representa la plenitud, o lo completo. (Piensa en los Diez Mandamientos como una revelación completa de la ley moral divina). Las diez plagas en Egipto señalan la plena expresión de la justicia y el castigo divinos.
Dios es el Juez, y está en contra del orgullo, la injusticia, la discriminación, la arrogancia, la explotación, la crueldad y el egoísmo. Está del lado de quienes sufren; de los abusados, maltratados y perseguidos. Dios ejecutará la justicia, que es en verdad otra expresión de su amor. (Ver Sal. 2: 12; 33: 5; 85: 11; 89: 14; 101: 1; Isa. 16: 5; Jer. 9: 24).
Nosotros también deberíamos intentar ser tan amorosos y justos como sea posible. Sin embargo, podemos caer fácilmente en los extremos, ya sea en hacer, «por amor», la vista gorda ante lo malo, ante lo que debe ser corregido, o en ejecutar fríamente la justicia. Ninguno de los dos extremos es correcto. En cambio, he aquí el ideal: «Hombre, el Señor te ha declarado qué es lo bueno y qué pide de ti: solo practica la justicia, ama la bondad y anda humildemente con tu Dios» (Miq. 6: 8).
Si no podemos conseguir el equilibrio perfecto (ciertamente, no podemos), ¿por qué es mejor inclinarnos más hacia la misericordia que hacia la justicia? ¿O debería ser al revés?
LUNES 28 DE JULIO 2025
Preparativos para la Pascua
Lee Éxodo 12: 1 al 20. ¿Qué instrucciones específicas dio Dios a Moisés y a Aarón antes de que Israel abandonara Egipto?
Uno esperaría que Dios instruyera a Moisés y a Aarón acerca de cómo organizar la salida de Egipto; es decir, cómo hacer provisión para ello especialmente en favor de los ancianos, las madres con niños pequeños, los animales, etcétera. En cambio, la instrucción de Dios es sorprendente: les dice cómo celebrar la Pascua. En otras palabras, la atención se centra en adorar al Señor, quien iba a redimirlos. Todo lo demás vendría a su debido tiempo.
Cada familia debía cocinar un cordero sin desperdiciar nada. Cada uno debía comer su porción, y si la familia no podía consumir todo el animal, debía compartir la cena con otra familia.
Lee Éxodo 12: 13 y 14. ¿Qué haría el Señor por ellos cuando llegara la última plaga? ¿Qué significado tenía este rito?
El Éxodo debía celebrarse regularmente cada año, no solo en conmemoración de lo que Dios había hecho por sus antepasados, sino también como la actualización de la acción liberadora de Dios para la generación presente. Sería una experiencia nueva para cada grupo.
Los versículos 12 y 13 explican el significado de la Pascua: el juicio divino de destrucción «pasará por encima» de los israelitas. Por eso debían conmemorar la «Pascua». La palabra hebrea traducida como «Pascua» es pésaj, que es una combinación de otras dos que significan «pasar» y «sobre» o «encima», ya que la destrucción «pasó por alto» los hogares israelitas cuyos dinteles habían sido marcados con la sangre del cordero, el signo de la vida y la salvación.
La celebración de la Pascua debía recordar a cada israelita los poderosos y bondadosos actos de Dios en favor de su pueblo. Esta celebración les ayudaba a salvaguardar su identidad nacional y a dar testimonio de sus convicciones religiosas.
¿Por qué es tan importante que recuerdes siempre la bondad de Dios para contigo en el pasado y confíes en que también será bondadoso contigo en el futuro?
MARTES 29 DE AGOSTO 2025
La Pascua
Lee Éxodo 12: 17 al 23. ¿Qué papel desempeña la sangre en la celebración de esta nueva festividad religiosa?
La sangre del cordero sacrificado era un elemento clave en esta celebración. Quienes participaban de esta, mojaban con ella los marcos de las puertas de sus casas. De este modo, demostraban su fe en que Dios los libraría de lo que tendrían que afrontar quienes no estuvieran protegidos por la sangre.
¡Qué poderosa representación de lo que significa el evangelio!
El cordero pascual tenía que ser sin defecto pues señalaba a Jesucristo, «¡el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo!». La sangre del animal cumplía una función crucial: simbolizaba protección y era una señal de vida en un momento de muerte. «La sangre será la señal de las casas donde ustedes estén. Al ver la sangre, pasaré de largo, y no habrá entre ustedes mortandad cuando yo hiera la tierra de Egipto» (Éxo. 12: 13).
Todo el evangelio estaba asociado con la celebración de la Pascua porque esta no solo apuntaba a la liberación de la esclavitud y la partida hacia la Tierra Prometida, sino también al sacrificio de Jesucristo por nuestros pecados y a sus méritos aplicados a todos los que están cubiertos por su sangre.
Siglos más tarde, Pablo escribió lo siguiente al recordar esta celebración: «Límpiense de la vieja levadura, para que sean nueva masa sin levadura como son. Porque nuestra Pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros» (1 Cor. 5: 7).
La levadura se utilizaba para preparar masas de diversos tipos. Se la menciona por primera vez en la Biblia en relación con la preparación del pan ácimo (sin levadura) en la víspera de la salida de los israelitas de Egipto. También era necesario eliminar la levadura de sus casas (Éxo. 12: 8, 15-20; 13: 3-7). En este contexto concreto, la levadura era un símbolo de pecado (1 Cor. 5: 6-8). Por lo tanto, no debía ser utilizada en el contexto de la fiesta de la Pascua durante una semana.
El pan sin levadura es un símbolo del Mesías sin pecado, quien venció todas las tentaciones y dio su vida por nosotros (Juan 1: 29; 1 Cor. 5: 7; Heb. 4: 15). El «manojo de hisopo» que se empapaba en la sangre simbolizaba la gracia purificadora de Dios (Sal. 51: 7). En resumen, la obra redentora de Jesús era revelada a lo largo de la Pascua.
¿Qué nos dice acerca de la gravedad del pecado el hecho de que fuera necesaria la sangre de Jesús, Dios mismo, para expiarlo?
MIERCOLES 30 DE JULIO 2025
Pasar la antorcha
El salmista declara cómo pueden nuestros hijos conocer a Dios y su amoroso cuidado: «Una generación exaltará tus obras ante la otra y anunciará tus portentos» (Sal. 145: 4). Una familia debe hablar a otra familia acerca de Dios, de sus maravillosas obras y de sus enseñanzas, todo ello con el fin de transmitir el conocimiento bíblico a otra generación.
Lee Éxodo 12: 24 al 28. ¿Qué punto importante se planteó aquí?
Los padres eran los primeros maestros en Israel y debían contar la historia del Éxodo a sus hijos. No debían hacerlo como si se tratara de un mero acontecimiento histórico pasado, sino que debía presentárseles como su propia experiencia, aunque hubiera ocurrido mucho tiempo antes. Debían identificarse con sus antepasados al celebrar esta fiesta, y la historia debía ser revivida y actualizada. El padre decía: «Estuve en Egipto, vi la derrota de los dioses egipcios y las plagas sobre Egipto, y fui liberado». El libro de Éxodo subraya dos veces cómo debían los padres responder las preguntas de sus hijos acerca de la Pascua (ver Éxo. 13: 14-16; Deut. 26: 5-9).
Es digno de notar que los israelitas estaban aún en Egipto cuando se les dijo que celebraran su liberación. Toda la celebración fue, pues, un acto de fe. Tras recibir las instrucciones, «el pueblo se inclinó y adoró» (Éxo. 12: 27) a su Redentor, y luego siguieron las indicaciones acerca de la Pascua.
En el libro del Deuteronomio se recuerda a los israelitas que debían contar su historia de tal manera que pudieran internalizarla como si se hubiera tratado de su propio viaje. Nótese el tono colectivo de este relato, así como el énfasis en la experiencia presente: «Entonces dirás ante el Señor tu Dios: “Un arameo a punto de perecer fue mi padre. Descendió a Egipto con pocos hombres; habitó allí, y llegó a ser un pueblo grande y numeroso. Los egipcios nos maltrataron, nos afligieron y nos sometieron a dura servidumbre; clamamos al Señor Dios de nuestros padres, y él oyó nuestra voz, vio nuestra aflicción, nuestro trabajo y nuestra opresión, y nos sacó de Egipto con mano fuerte y brazo extendido, con grandes portentos, señales y milagros, y nos trajo a este lugar, y nos dio esta tierra que mana leche y miel”» (Deut. 26: 5-9).
Además, cada vez que refirieran la historia de la Pascua (o cualquier acontecimiento de la historia sagrada) a sus hijos, los padres mismos recordarían lo que Dios había hecho por ellos y por el pueblo. Rememorar la Pascua era, pues, una bendición tanto para quien lo hacía a viva voz como para los oyentes.
JUEVES 31 DE JULIO 2025
El juicio divino
Lee Éxodo 12: 29 y 30 acerca de cómo hirió Dios a los primogénitos en Egipto. ¿Por qué se centró Dios en los primogénitos? (Ver también Heb. 11: 28).
La última plaga en Egipto cayó sobre los primogénitos. Fue un juicio divino sobre todos los dioses de Egipto y sobre todas las familias que adoraban a estos dioses falsos, ídolos sin valor que reflejaban las propias pasiones, deseos y temores de la gente.
Como habían demostrado las plagas anteriores, estos ídolos eran incapaces de salvar al pueblo. Su inutilidad era aún más evidente ahora, durante la décima plaga, la que produjo las mayores consecuencias para los egipcios.
«A través del vasto reino de Egipto, el orgullo de toda casa había sido humillado. Los gritos y gemidos de los dolientes llenaban los aires. El rey y los cortesanos, con rostros pálidos y piernas temblorosas, estaban aterrados por el horror prevaleciente» (Elena G. de White, Patriarcas y profetas, p. 252).
El faraón representaba el poder supremo y el dios de Egipto, y su hijo primogénito era considerado hijo de un dios. Isis era una diosa protectora de los niños; Heket era una diosa que asistía a las mujeres durante el parto; y Min era un dios de la reproducción. Además de estos, había varios dioses egipcios de la fertilidad. Todas estas deidades eran impotentes ante el poder del Dios viviente. Moisés dice: «¿Quién como tú, Señor, entre los dioses? ¿Quién como tú, magnífico en santidad, terrible en prodigios, autor de maravillas?» (Éxo. 15: 11). Jetro dio luego el siguiente testimonio: «Ahora reconozco que el Señor es grande más que todos los dioses, porque prevaleció contra los que se ensoberbecieron contra ellos» (Éxo. 18: 11).
Según Éxodo 1, los egipcios habían matado a los hijos recién nacidos de Israel por orden del faraón para debilitar a los israelitas, someterlos y humillarlos. Ahora, el castigo de Dios golpea a los primogénitos de Egipto. Lo que se siembra, se cosecha.
Nuestras decisiones y acciones traen consecuencias. Y la dolorosa realidad, que todos hemos experimentado, es que no somos los únicos que sufrimos por los efectos de nuestros errores. Otros, a veces muchos otros, incluso personas inocentes, también sufren. Tal es la naturaleza del pecado.
¿Cómo has sufrido a causa de los pecados ajenos? ¿De qué maneras otros han sufrido a causa de tus faltas? ¿Cuál es nuestra única esperanza?
VIERNES 01 DE AGOSTO 2025
Para estudiar y meditar
Lee el capítulo titulado «La Pascua» en el libro Patriarcas y profetas, de Elena G. de White, pp. 247-252.
«La Pascua sería una fiesta tanto conmemorativa como simbólica. No solo recordaría la liberación de Israel, sino que también señalaría la más grande liberación que Cristo habría de realizar para libertar a su pueblo de la servidumbre del pecado. El cordero del sacrificio representa al “Cordero de Dios”, en quien reside nuestra única esperanza de salvación. Dice el apóstol: “Nuestra Pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros” (1 Cor. 5: 7). No bastaba con la muerte del cordero pascual; había que rociar con su sangre los postes de las puertas, como los méritos de la de Cristo deben aplicarse al alma. Debemos creer, no solo que él murió por el mundo, sino que murió por cada uno individualmente. Debemos apropiarnos de los beneficios del sacrificio expiatorio» (Elena G. de White, Patriarcas y profetas, p. 249).
Las familias judías observantes de todo el mundo celebran hasta hoy la Pascua judía, o Pésaj. Durante la primera noche de la celebración realizan una ceremonia llamada «Séder de Pascua» (séder significa «orden») durante la cual rememoran el Éxodo y disfrutan luego de una comida especial en familia. Es asombroso que esto haya sido celebrado desde la época del Éxodo. Solo el reposo sabático durante el séptimo día de la semana, que los judíos observantes también respetan, se remonta incluso más atrás en el tiempo, hasta el Edén.
Preguntas para dialogar:
¿Cómo es posible entender la «justicia» del Señor al dar muerte a los primogénitos, muchos de los cuales eran seguramente «inocentes»? ¿Cómo armoniza esto con la poderosa realidad del amor de Dios? Pensemos también en el Diluvio. ¿Cómo entenderlo?
¿Qué significan las expresiones metafóricas según las cuales los creyentes están «cubiertos» por la sangre de Jesús y su sangre los «limpia» de todas sus iniquidades?
Medita en lo siguiente: «Los seguidores de Cristo deben participar de su experiencia. Deben recibir y asimilar la Palabra de Dios para que se convierta en el poder que motive su vida y acción. Mediante el poder de Cristo, deben ser transformados a su imagen y reflejar los atributos divinos... El espíritu y la obra de Cristo deben convertirse en el espíritu y la obra de sus discípulos» (Elena G. de White, Patriarcas y profetas, p. 250). ¿Cómo podemos permitir que Cristo haga en nosotros lo que aquí se describe?
"Escuela Sabática adultos 2025, cuarto trimestre (octubre-diciembre). Estudio: Lecciones de Josué acerca de la fe, escrito por Barna Magyarosi."

Explora un recorrido temático por los eventos clave de la historia de Israel, desde las plagas de Egipto hasta la construcción del Tabernáculo, con el objetivo de extraer lecciones prácticas y espirituales aplicables a la vida del creyente de hoy. Este estudio bíblico en PDF y en línea busca mostrar cómo la historia de Israel sirve como advertencia e instrucción, permitiendo comprender y aplicar sus principios espirituales en nuestra vida cotidiana. Incluye una introducción y trece lecciones detalladas: desde la opresión y el nacimiento de Moisés, pasando por la zarza ardiente, las plagas, la Pascua, la apertura del Mar Rojo, hasta el Pan y el Agua de Vida, el pacto en el Sinaí, cómo vivir la Ley, la apostasía e intercesión, la petición de ver la gloria de Dios, y finalmente, la construcción del Tabernáculo. Cada lección está disponible en PDF y en línea, facilitando el estudio personal, grupal o en clases bíblicas. Aprovecha estos recursos gratuitos para profundizar en la historia bíblica, fortalecer tu fe y entender cómo los principios de Israel pueden guiar y transformar tu vida espiritual hoy.
Lección 12: Para el 20 de diciembre de 2025
¡DIOS ES FIEL!
Sábado 13 de diciembre
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA:
Josué 21:43–45; 2 Timoteo 2:11–13; Josué 23; Apocalipsis 14:10, 19; Deuteronomio 6:5. PARA MEMORIZAR: “No faltó ninguna palabra de las buenas que el Señor había hablado a la casa de Israel. Todo se cumplió” (Jos. 21:45).
Cuando John F. Kennedy se dirigió a Estados Unidos en su primer discurso como presidente, el 20 de enero de 1961, su mensaje solo tuvo 1.366 palabras, pero dejó una huella indeleble en la mente de los estadounidenses. Mientras animaba a su país a centrarse en sus responsabilidades en lugar de en sus privilegios, dijo: “Con la conciencia tranquila como única recompensa segura y la historia como juez final de nuestros actos, avancemos para dirigir la tierra que amamos, pidiendo la bendición de Dios y su ayuda, pero sabiendo que su obra aquí en la tierra debe ser también la nuestra”. Cuando Josué, el anciano líder del pueblo de Dios, sintió que llegaba el final de su vida, exhortó a los dirigentes de la nación y a los israelitas (Jos. 23 y 24). Josué 23 se centra en el futuro y en cómo adorar exclusivamente a Dios.
El capítulo 24 repasa las demostraciones de fidelidad de Dios en el pasado para motivar a sus oyentes a rendir culto solo a él. Esta semana estudiaremos el primer discurso de Josué, en el que da una mirada retrospectiva a las victorias de Israel, pero traza al mismo tiempo el camino del éxito futuro para la nación.
Domingo 14 de diciembre
TODO SE CUMPLIÓ
¿Qué imagen conceptual presenta Josué 21:43-45 acerca de Dios? ¿Cómo se aplican estas palabras no solo a la Tierra que fue pometida al pueblo de Dios en el pasado, sino también a la realidad de nuestra salvación (2 Tim. 2:11-13)? Estos versículos constituyen el clímax del libro y su resumen teológico, además de destacar uno de sus temas principales: la fidelidad al pacto de Dios, quien cumple sus promesas y sus juramentos. Esta breve sección también resume todo el contenido del libro hasta el momento. Josué 21:43 habla del reparto de la tierra y el establecimiento en ella (Jos. 13-21), mientras que Josué 21:44 se refiere a las victorias sobre los enemigos y al control obtenido sobre la tierra (Jos. 1-12).
Toda esta retrospectiva es contemplada a través del prisma de la fidelidad de Dios. Los israelitas debían recordar siempre que solo podrían reclamar las victorias sobre sus enemigos o la tierra como su herencia en virtud de la lealtad de Dios a su Palabra. Él les dio “toda la tierra” (Jos. 21:43, énfasis añadido), entregó “en sus manos a todos sus enemigos” (Jos. 21:44, énfasis añadido) y, “como había jurado a sus padres” (Jos. 21:44), “todo se cumplió” (Jos. 21:45, énfasis añadido). El uso repetido de la palabra kol, “todo”, seis veces en tres versículos (Jos. 21:43-45), enfatiza una vez más la verdad de que la tierra era el don de Dios y de que Israel no podía atribuirse el mérito de haberla recibido. Dios juró darles la tierra y fue él quien “entregó en sus manos a todos sus enemigos”. Todo el éxito de Israel había de atribuirse únicamente a la iniciativa divina y a la fidelidad de Dios.
Lo mismo ocurre con nuestra salvación: “Porque por gracia han sido salvados por la fe. Y esto no proviene de ustedes, sino que es el don de Dios. No por obras, para que nadie se gloríe” (Efe. 2:8, 9). De hecho, Pablo también escribió lo siguiente haciendo hincapié en la fidelidad de Dios: “Es palabra fiel: Si morimos con él, también viviremos con él. Si sufrimos, también reinaremos con él. Si lo negamos, él también nos negará. Si somos infieles, él permanece fiel; no puede negarse a sí mismo” (2 Tim. 2:11-13). ¿De qué manera la fidelidad de Dios nos da la seguridad de que ninguna de sus promesas acerca del futuro fallará? (Ver 1 Cor. 10:13; 2 Cor. 1:18-20).
Lunes 15 de diciembre
UNA SEÑAL DE PREOCUPACIÓN
La gloriosa conclusión de toda la sección (Jos. 21:43-45) lleva implícita la aseveración de que la obediencia a Dios es la condición para el cumplimiento de lo que prometió. El éxito nunca debe darse por sentado; siempre está ligado a la obediencia a la Palabra de Dios. Así, la adjudicación de la tierra, además de ser la demostración de la fidelidad de Dios para con Israel (Neh. 9:8), dejaba lugar para un futuro desarrollo que dependería de la actitud de Israel. ¿Sería este capaz de asegurar lo logrado? Lee Josué 23:1-5. ¿Cuáles son los puntos principales de la introducción de Josué? En su discurso, el ya anciano Josué transfiere a su público la finalización de la misión que Dios le había encomendado. Describe cómo fue posible la conquista de la tierra: el Señor luchó por ellos. Aunque, a causa de su infidelidad e incredulidad, los israelitas se vieron envueltos en guerras después del Éxodo, no fue gracias a su poder militar, sino a la intervención de Dios, como consiguieron poseer la tierra.
Dios había dado a Israel reposo de sus enemigos, pero quedaban algunas naciones a las que todavía había que desposeer. La victoria no era una realidad consumada e inmutable para Israel, sino una posibilidad siempre presente mediante la confianza constante en la fiel ayuda divina. ¿Qué similitudes existen entre la manera en que los israelitas conquistaron Canaán bajo el liderazgo de Josué y la forma en que los cristianos pueden vivir hoy una vida espiritual victoriosa? Lee Josué 23:10; Colosenss 2:15; 2 Corintios 10:3-5; Efesios 6:11-18. Las victorias de los israelitas no podían ser atribuidas a su fuerza y estrategia.
Del mismo modo, la victoria espiritual sobre el pecado y la tentación ha sido asegurada a través del sacrificio y la resurrección de Jesucristo, pero el pueblo de Dios debe hoy confiar constantemente en la habilitación del Espíritu Santo a fin de vivir una vida triunfante. ¿Por qué nos sigue resultando tan fácil pecar a pesar de contar con tantas promesas maravillosas?
Martes 16 de diciembre
LÍMITES DEFINIDOS
Utilizando las mismas palabras que se le dirigieron al principio del libro (Jos. 1:7, 8), Josué afirmó que la tarea que aguardaba a Israel no era principalmente de naturaleza militar, sino espiritual. Tenía que ver con la obediencia a la voluntad de Dios revelada en la Torá. ¿Por qué adoptó Josué una postura tan firme acerca de las relaciones de Israel con las naciones circundantes? (Jos. 23:6-8, 12, 13). El peligro al que Israel se enfrentaba no era la enemistad de las naciones restantes, sino su amistad. Las armas de ellas no representaban tal vez un desafío para Israel, pero su ideología y sus valores (o su falta de ellos) podrían resultar más dañinos que cualquier fuerza militar. Josué llamó la atención de los líderes al hecho crucial de que el conflicto en el que se habían visto envueltos era primordialmente, y en última instancia, espiritual. Por lo tanto, Israel debía preservar su singular identidad.
La prohibición de invocar el nombre de un dios, jurar por él y servirlo o inclinarse ante él tenía que ver con la idolatría. En el antiguo Cercano Oriente, el nombre de una deidad representaba su presencia y su poder. Invocar o mencionar los nombres de los dioses en los saludos cotidianos o en las transacciones comerciales significaba reconocer su autoridad y contribuía a que los israelitas buscaran su poder en tiempos de necesidad (comparar con Jue. 2:1-3, 11-13). El peligro de casarse con los cananeos que quedaban en la tierra consistía en que Israel perdiera su pureza espiritual. La intención de la amonestación de Josué no era promover la pureza racial o étnica, sino evitar la idolatría, que podía conducir al colapso espiritual de Israel. El caso de Salomón es un ejemplo dramático de las tristes consecuencias espirituales de los matrimonios mixtos (1 Rey. 3:1; 11:1-8).
En el Nuevo Testamento, se exhorta firmemente a los cristianos a no unirse en matrimonio con no creyentes (2 Cor. 6:14), aunque, en el caso de los matrimonios existentes, Pablo no aconseja al cónyuge creyente que se divorcie del incrédulo, sino que lleve una vida cristiana ejemplar con la esperanza de ganar al no creyente para el Señor (1 Cor. 7:12-16). La advertencia de Josué contra las asociaciones perjudiciales conduce inevitablemente a la cuestión de la relación del cristiano con el “mundo”. ¿Cómo podemos mantener una relación equilibrada con la sociedad que nos rodea? 141
Miércoles 17 de diciembre
LA IRA DEL SEÑOR
¿Cómo debemos interpretar las descripciones de la ira de Dios y su justicia retributiva en Josué (Jos. 23:15, 16) y en otras partes de las Escrituras? (Ver también Núm. 11:33; 2 Crón. 36:16; Apoc. 14:10, 19; 15:1). Israel ya había experimentado la ira del Señor durante su travesía por el desierto (Núm. 11:33; 12:9) y en la Tierra Prometida (Jos. 7:1), y era plenamente consciente de las consecuencias de provocar la ira de Dios al quebrantar el pacto. Estos versículos representan el clímax de la severidad de la retórica de Josué. Resulta chocante oír que el Señor destruiría a Israel, ya que el mismo término se había utilizado anteriormente para referirse a la aniquilación de los cananeos.
Tan cierto como que las promesas del Señor se habían cumplido fielmente en cuanto a la bendición de Israel, las maldiciones del pacto (Lev. 26; Deut. 28) también se harían realidad si los israelitas lo quebrantaban. A la luz del despojo y la destrucción de los cananeos, estos versículos demuestran una vez más que Dios es, en última instancia, el Juez de toda la tierra. Él declara la guerra al pecado independientemente de dónde se encuentre este. Israel no fue santificado ni adquirió méritos especiales por participar en la guerra santa, como tampoco los adquirieron las naciones paganas cuando más tarde se convirtieron en el medio del juicio utilizado por Dios contra la nación elegida. Israel debía decidir si haría de las gloriosas certezas del pasado el fundamento para afrontar el futuro.
A primera vista, la enseñanza bíblica acerca de la ira de Dios parece incompatible con la afirmación de que él es amor (Juan 3:16; 1 Juan 4:8). Sin embargo, es precisamente a la luz de la ira de Dios como la doctrina bíblica de su amor adquiere mayor relevancia. En primer lugar, la Biblia presenta a Dios como amoroso, paciente, abnegado y dispuesto a perdonar (Éxo. 34:6; Miq. 7:18). Sin embargo, en el contexto de un mundo afectado por el pecado, la ira del Señor es la respuesta de su santidad y justicia ante el pecado y el mal. Su ira nunca es una reacción emocional vengativa e impredecible. El Nuevo Testamento enseña que Cristo se hizo pecado por nosotros (2 Cor. 5:21) y que hemos sido reconciliados con Dios mediante su muerte (Rom. 5:10). Quien crea en él no tendrá que hacer frente a la ira de Dios (Juan 3:36; Efe. 2:3; 1 Tes. 1:10). El concepto de la ira de Dios lo presenta como el Juez Justo del universo que defiende la causa de la justicia (Sal. 7:11; 50:6; 2 Tim. 4:8).
Jueves 18 de diciembre
AFÉRRATE A DIOS
La única forma en que Israel podía evitar la tentación de la idolatría y la ira de Dios no era recordando constantemente lo que el pacto estipulaba que no debía hacer, sino fomentando una lealtad consciente y constante al Señor. El mismo verbo traducido como “fueron fieles” al Señor (ver Deut. 4:4), se utiliza también para describir el pacto matrimonial que se pretendía que existiera entre los cónyuges (Gén. 2:24) o la lealtad de Rut a Noemí (Rut 1:14). Es importante señalar que, según la evaluación de Josué, tal fidelidad había caracterizado a Israel como nación “hasta el día de hoy”. Lamentablemente, la misma afirmación no sería aplicable a períodos posteriores de la historia de Israel, como tristemente demuestra el libro de Jueces (Jue. 2:2, 7, 11; 3:7, 12; 4:1, etc.). Josué exhorta a Israel a amar al Señor, su Dios (Jos. 23:11; comparar con Deut. 6:5).
El amor no puede forzarse; si así fuera, dejaría de ser lo que esencialmente es. Ahora bien, ¿en qué sentido es posible requerir el amor de alguien? Para que Israel pudiera disfrutar continuamente de las bendiciones del pacto, debía permanecer fiel a Dios. El texto hebreo de Josué 23:11 es extremadamente enfático: “Tengan sumo cuidado, por la vida de ustedes, de amar al Señor su Dios” (NBLA). La palabra ‘‘ahabah, “amor”, puede referirse a una amplia gama de afectos humanos, como el apego amistoso, la intimidad sexual, la ternura maternal, el amor romántico y la lealtad a Dios. Si entendemos el amor a Dios como un compromiso consciente y como devoción a él, es posible exigirlo sin violar su verdadera esencia (comparar con Juan 13:34). Dios siempre quiso que la obediencia a sus mandamientos surgiera natural y espontáneamente de una relación personal con él (Éxo. 19:4 [“los he traído a mí”]; Deut. 6:5, comparar con Mat. 22:37), basada en lo que él hizo por su pueblo como demostración de su gran misericordia y amor.
El mandamiento de amar a Dios también expresa la naturaleza mutua, pero no simétrica, del amor divino. Dios desea entrar en una relación íntima y personal con cada persona que corresponda a su amor. En consecuencia, su amor para con todos constituye el marco para la manifestación de nuestro amor voluntario y mutuo. Jesús dio un mandamiento nuevo a sus discípulos. ¿En qué sentido era este mandamiento nuevo y antiguo al mismo tiempo? Lee Juan 13:34; 15:17; 1 Juan 3:11; comparar con Lev. 19:18.
Viernes 19 de diciembre
PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:
Lee las páginas 559-561 del capítulo “Las últimas palabras de Josué” en el libro Patriarcas y profetas, de Elena de White. “Satanás engaña a muchos con la plausible teoría de que el amor de Dios por sus hijos es tan grande que excusará el pecado de ellos; asevera que si bien las amenazas de la Palabra de Dios están para servir a ciertos propósitos en su gobierno moral, nunca se cumplirán literalmente. Pero en todos sus tratos con los seres que creó, Dios ha mantenido los principios de la justicia mediante la revelación del pecado en su verdadero carácter; demostró que sus verdaderas consecuencias son la miseria y la muerte. Nunca existió el perdón incondicional del pecado, ni existirá jamás. Un perdón de esta naturaleza sería el abandono de los principios de justicia que constituyen los fundamentos mismos del gobierno de Dios.
Llenaría de consternación al universo inmaculado. Dios ha indicado fielmente los resultados del pecado, y si estas advertencias no fuesen la verdad, ¿cómo podríamos estar seguros de que sus promesas se cumplirán? La así llamada benevolencia que quisiera hacer a un lado la justicia, no es benevolencia, sino debilidad. “Dios es el Dador de la vida. Desde el principio, todas sus leyes fueron ordenadas para perpetuar la vida. Pero el pecado destruyó sorpresivamente el orden que Dios había establecido, y como consecuencia vino la discordia. Mientras exista el pecado, los sufrimientos y la muerte serán inevitables. Únicamente porque el Redentor llevó en nuestro lugar la maldición del pecado puede el hombre esperar escapar, en su propia persona, a sus funestos resultados” (Elena de White, Patriarcas y profetas, pp. 560, 561).
PREGUNTAS PARA DIALOGAR:
1. Rememora las evidencias de la fidelidad de Dios en tu vida. ¿Qué puedes señalar al respecto? Al mismo tiempo, ¿cómo respondes cuando las cosas no resultan como esperabas o pedías en oración, o cuando las promesas reclamadas se encuentran con el silencio?
2. Analiza la enseñanza bíblica acerca de la ira de Dios. ¿Cómo presentarías la ira del Señor como parte del evangelio?
3. ¿Qué principios puedes extraer de la lección de esta semana respecto a la relación con los no creyentes? ¿Cómo podemos encontrar un equilibrio entre nuestra fidelidad a los principios y prácticas correctas y nuestra relación con las personas para servirles y velar por su bienestar?
4. ¿Qué obstáculos te impiden aferrarte al Señor de todo corazón?
