Lección 11: Para el 13 de diciembre de 2025
MORANDO EN LA TIERRA
Sábado 6 de diciembre
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA:
Josué 22; Efesios 6:7; Juan 7:24; Números 25; Proverbios 15:1; 1 Pedro 3:8, 9. PARA MEMORIZAR: “La respuesta amable calma la ira, pero la agresiva provoca el enojo” (Prov. 15:1, NVI).
La vida comunitaria puede originar disputas y tensiones. Esto es especialmente cierto en una comunidad como la iglesia, donde personas de diferentes orígenes, estratos sociales y culturas trabajan juntas por un propósito común. Esta semana estudiaremos Josué 22 y un desafío que surgió de un gran malentendido entre el pueblo. Al principio del libro, Josué ordenó a las tribus del este que cruzaran el Jordán y participaran en la conquista junto con las tribus del oeste del Jordán (Jos. 1:12-18).
Ahora que la tarea estaba cumplida, eran libres de regresar a su territorio. Sin embargo, en su camino de retorno, al llegar a los límites del Jordán, construyeron un altar que despertó preocupación entre las tribus del este. ¿Por qué es peligroso arribar a conclusiones apresuradas acerca del comportamiento de los demás? ¿Cómo podemos fomentar la unidad en la iglesia? ¿Por qué es importante tener presente el alcance más amplio de nuestra vocación y no dejarnos distraer por ella? Éstas son algunas de las cuestiones que abordaremos esta semana.
Domingo 7 de diciembre
COMPROMISO
Lee Josué 22:1-8. ¿Qué nos dicen estos versículos acerca del compromiso de los rubenitas, los gaditas y la media tribu de Manasés? Josué afirma que las tribus del otro lado del Jordán habían cumplido plenamente las obligaciones establecidas por Moisés y por él mismo, lo que había significado una importante dedicación y sacrificio en favor de la causa común de Israel. Lucharon junto a sus hermanos durante “todo este tiempo”, lo que en realidad significaba unos seis o siete años (comparar con Jos. 11:18; 14:10; Deut. 2:14).
Sus esposas e hijos permanecieron al este del Jordán y, aún así, ellos decidieron luchar lealmente junto a sus hermanos, afrontando la amenaza de las heridas y la muerte en la guerra. Estos versículos subrayan indirectamente la importancia de la unidad de la nación y de la tierra. También preparan el camino para la historia posterior, que en última instancia se refiere a la unidad. ¿Permanecerían las tribus israelitas unidas a pesar de la frontera natural que el Jordán representaba entre ellas? ¿Permitirían que la geografía definiera su identidad nacional o dejarían que su culto común al único Dios los preservara como su nación elegida, unida y fuerte bajo su conducción teocrática? Josué expuso la única manera en que tal fidelidad había sido posible: no sirvieron a sus compatriotas israelitas, sino al propio Dios, que les encargó su misión. Encontramos este mismo principio en el Nuevo Testamento.
El apóstol Pablo exhortó a los cristianos a prestar su servicio como si trabajaran para Dios y no solo para los seres humanos (ver Efe. 6:7; Col. 3:23; 1 Tes. 2:4). ¿Qué vocación más elevada puede existir que la de trabajar para el Creador del universo? A menudo enfrentamos desafíos y dificultades que pueden desanimarnos y tentarnos a abandonar la lucha. Sin embargo, podemos invocar el poder del Señor, quien promete estar con nosotros y nos capacita para hacer lo que nos pide. Si mantenemos nuestra vocación superior ante nosotros, podemos estar motivados para seguir adelante a pesar de los inevitables desafíos y desalientos que forman parte de nuestra existencia caída. Josué 22:5 y 6 dice que Josué apeló a las tribus que regresaban a su territorio para que permanecieran fieles al Señor y las bendijo. ¿Cómo cambiarían nuestras relaciones en la iglesia si oráramos más unos por otros?
Lunes 8 de diciembre
ACUSACIONES
Lee en Josué 22:9-20 la historia de las tribus que regresaron. ¿Qué acusaciones hicieron las tribus del Jordán Occidental contra las del Jordán Oriental? ¿Hasta qué punto tenían fundamento esas acusaciones? A diferencia del versículo 1, en el que las tribus del lado oriental son denominadas de la manera habitual (rubenitas, gaditas, etc.), aquí se utiliza una expresión diferente: “Los de Rubén”, “los de Gad” y “la media tribu de Manasés”, que contrasta con “los otros israelitas” (Jos. 22:11), por lo que representa una entidad diferente. En la narración, la expresión “toda la congregación (de Israel)” se refiere solo a las nueve tribus y media del Jordán occidental, lo que subraya la ruptura que se produjo entre los dos grupos.
De hecho, la cuestión que subyace en el relato es si las tribus del lado oriental del río podían ser consideradas israelitas. Cabría esperar una conclusión apacible de la historia. Sin embargo, la tensión surgió cuando se informó que las tribus del este erigieron un altar junto al Jordán. El texto no ofrece aquí ninguna razón para tal iniciativa ni describe la función del altar o la actividad específica relacionada con él. La ambigüedad acerca del significado de este altar se acrecienta si observamos los recuerdos del primer cruce del Jordán, en los capítulos 3 y 4, donde todo Israel entró por la ribera del Jordán para cruzar el río hacia Canaán.
En esta ocasión, una parte de Israel llegó hasta el Jordán para cruzar el río en dirección opuesta. En ambos casos fue erigida una estructura de piedras. La primera servía de monumento conmemorativo, mientras que la segunda es percibida como un impresionante altar. La pregunta que inevitablemente viene a la mente es: “¿Qué significan estas piedras?” (comparar con Jos 4:6, 22). ¿Fue este altar construido para realizar allí sacrificios o es solo un monumento conmemorativo? ¿Estaban estas otras tribus empezando a caer en la apostasía? El hecho de no consultar con Josué, Eleazar o los líderes de las tribus dio lugar a un malentendido que pudo desembocar en un terrible conflicto. ¿A qué se refieren Jesús y Pablo cuando nos exhortan a no juzgar a los demás? Lee Luc. 6:37; Juan 7:24; 1 Cor. 4:5. ¿Por qué es tan fácil arribar a conclusiones erróneas acerca de las motivaciones de otras personas?
Martes 9 de diciembre
PERSEGUIDOS POR EL PASADO
Lee nuevamente Josué 22:13-15 a la luz de Números 25. ¿Por qué los israelitas eligieron a Finees como jefe de la delegación enviada a las dos tribus y media? Antes de dar pleno crédito a los rumores acerca de lo que podía ser interpretado como una declaración de independencia, las nueve tribus y media, denominadas dos veces como “los hijos de Israel”, enviaron una delegación para aclarar la intención y el significado del altar. La comitiva estaba encabezada por Finees, hijo del sumo sacerdote Eleazar, quien sucedería a este tras su muerte (Jos. 24:33). Finees ya había adquirido cierta notoriedad como el sacerdote que puso fin al libertinaje de Israel en Baal Peor (Núm. 25).
“Lo vio Finees hijo de Eleazar, hijo del sacerdote Aarón, y se levantó de entre la congregación, tomó una lanza en su mano y fue tras el israelita a la tienda, y alanceó al hombre y a la mujer por sus vientres. Y cesó la mortandad de los israelitas” (Núm. 25:7, 8). Finees seguramente tenía alguna influencia. Los otros emisarios eran representantes de las nueve tribus y media que estaban al oeste del Jordán, cada uno de ellos jefe de una familia (literalmente, “jefe de la casa de su padre”) de entre las tribus de Israel. La delegación inició la acusación de sacrilegio y rebelión con la fórmula profética oficial “dice así”. La diferencia aquí fue que no era el Señor quien hablaba, sino “toda la congregación del Señor” (Jos. 22:16).
La comitiva lanzó la acusación de que Israel había cometido prevaricación, traición y rebelión. El término traducido aquí como “transgresión” es la misma palabra hebrea que se utilizó para describir el pecado de Acán (Jos. 7:1) y que aparece varias veces en los cinco primeros libros de Moisés (por ejemplo, Lev. 5:15; 6:2; Núm. 5:6, 12). Los ejemplos de Acán y Baal Peor servían como precedentes: uno por traición y el otro por rebelión. También expresaban el temor de las nueve tribus y media de que el acto de construir un altar no autorizado condujera a la apostasía, la idolatría y la inmoralidad, lo que provocaría la ira del Señor sobre toda la nación. Todos hemos tenido experiencias negativas que tienden a determinar nuestra manera de afrontar incidentes similares en el futuro. ¿Cómo puede la gracia de Dios ayudarnos a que esas experiencias pasadas no determinen la forma en que tratamos a nuestro prójimo en el presente?
Miércoles 10 de diciembre
UNA RESPUESTA AMABLE
Lee Josué 22:21-29 a la luz de Proverbios 15:1. ¿Qué podemos aprender de la respuesta de las tribus orientales? La respuesta de los acusados, tan directa y contundente como la acusación, constituye el núcleo temático y estructural del capítulo. Las tribus no respondieron precipitadamente a las acusaciones esgrimidas contra ellas, sino que escucharon en silencio. Dada la gravedad de las acusaciones, su paciencia es ejemplar, ya que ilustra el verdadero significado del proverbio: “La respuesta amable calma la ira, pero la agresiva provoca el enojo” (Prov. 15:1, NVI). La frase inicial de la defensa es una serie de nombres divinos atribuidos al Dios de Israel: “El Señor”, “Dios de los dioses”, “el Señor Todopoderoso” (Jos. 22:22).
La lista se repite dos veces con fuerza creciente, pues se convierte en un juramento solemne para disipar las dudas y falsas acusaciones que casi condujeron a una guerra civil en Israel. Los acusados estaban firmemente convencidos de que Dios conocía y comprendía plenamente la situación, y esperaban que la delegación llegara a la misma conclusión. Las dos tribus y media también asumieron su responsabilidad ante el Señor invocando su castigo sobre ellos mismos en caso de que hubieran cometido la falta que se les atribuía (comparar con Deut. 18:19; 1 Sam. 20:16). Seguidamente se produjo una sorprendente revelación que, por un lado, demostraba que la acusación carecía de fundamento (un altar no solo sirve para ofrecer sacrificios) y, por otro, revelaba su verdadera motivación.
El temor a ser separados de Israel, no la apostasía, había sido la verdadera motivación de su acción. Por lo tanto, la construcción del altar no era una evidencia de apostasía, como se había supuesto. Por el contrario, habían actuado motivados por el respeto reverente para con el Señor, la misma motivación de las tribus del Jordán occidental. La verdadera base de la unidad de Israel no era la geografía ni la extensión de la tierra recibida, sino su lealtad espiritual a las exigencias del Señor. La genuina preocupación de las tribus que residían al oeste del río también se puso de manifiesto cuando expresaron su auténtica alegría al comprobar la inocencia de las tribus del este. En lugar de sentirse derrotados por los argumentos de sus hermanos, mostraron auténtico regocijo porque sus sospechas resultaron erróneas. Se evitó así la guerra civil en Israel y se preservó la unidad de la nación. ¿Cómo manejas las falsas acusaciones? Comparte algunos de los principios que guían tu actitud. Para ello, consulta Salmo 37:3-6, 34, 37.
Jueves 11 de diciembre
RESOLUCIÓN DE CONFLICTOS
Lee Josué 22:30-34. ¿De qué manera nos da este incidente algunas ideas acerca de cómo resolver conflictos y garantizar la unidad de la iglesia? (Comparar con Sal. 133; Juan 17:20-23; 1 Ped. 3:8, 9). La historia de Josué 22 contiene varios principios acerca de la comunicación provechosa que pueden aplicarse a las relaciones humanas cotidianas en la familia, la iglesia y la comunidad. 1. Cuando las cosas van mal, o parecen ir mal, lo mejor es comunicarse en lugar de reprimir nuestras observaciones hasta que exploten. Es bueno que el pueblo de Dios no permanezca indiferente cuando los problemas parecen surgir. Si las tribus del este del Jordán hubieran comunicado su intención de construir un altar conmemorativo, todo el asunto podría haberse evitado. 2. Aunque uno esté convencido de que está en lo cierto, no hay que extraer conclusiones precipitadas.
Las tribus del oeste del Jordán se apresuraron a creer el rumor que llegó a sus oídos y concluyeron erróneamente que las tribus del este del Jordán Oriental habían apostatado. 3. Es necesario hablar de los problemas reales o percibidos antes de actuar según las propias conclusiones. 4. Se debe estar dispuesto a hacer un sacrificio para lograr la unidad. Las tribus del oeste del Jordán estaban dispuestas a renunciar a parte de su asignación para dar cabida a las otras tribus si el hecho de estar al otro lado del Jordán era la causa de su supuesta apostasía. 5. Cuando te acusen, ya sea falsa o justamente, da una respuesta amable que aleje la ira. Responder a una acusación con otra nunca conducirá a la paz. Intenta comprender antes de intentar ser comprendido. 6. Alégrate y bendice a Dios cuando se restablezca la paz. Es maravilloso ver que la congregación israelita principal experimentó una alegría genuina cuando se enteraron de la verdadera motivación de las dos tribus y media. No estaban tan orgullosos de su opinión errónea como para no admitir que se habían equivocado.
Si las tribus del Jordán oriental hubieran apostatado, el pueblo de Israel habría aplicado los requerimientos punitivos prescriptos en el pacto. La unidad nunca puede ser un argumento para diluir la verdad o renunciar a los principios bíblicos. Sin embargo, la disciplina eclesiástica debe ser siempre el último recurso, no el primero, después de que hayan fracasado los intentos de reconciliación y asistencia pastoral basados en la Palabra de Dios. ¡Cuán diferentes serían nuestras iglesias si estos sencillos principios fueran aplicados sistemáticamente!
Viernes 12 de diciembre
PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:
Lee las páginas 553-558 del capítulo “La repartición de Canaán” en el libro Patriarcas y profetas de Elena de White. “Si bien es importante, por un lado, que se evite la indiferencia al tratar con el pecado, es igualmente importante, por otro lado, que se eviten los juicios duros y las sospechas infundadas. […] La prudencia manifestada por los hijos de Rubén y sus compañeros es digna de imitación. En tanto que se esforzaban sinceramente por hacer progresar la causa de la verdadera religión, fueron juzgados erróneamente y censurados con severidad; pero no manifestaron resentimiento. Escucharon con toda cortesía y paciencia los cargos que sus hermanos les hacían, antes de tratar de defenderse, y luego les explicaron ampliamente sus móviles y demostraron su inocencia.
Así se arregló amigablemente la dificultad que amenazaba tener tan graves consecuencias. “Aun cuando se los acuse falsamente, los que están en lo justo pueden permitirse tener calma y ser considerados. Dios conoce todo lo que los hombres no entienden o interpretan mal, y con toda confianza podemos entregarle nuestro caso. Él vindicará la causa de los que depositan su confianza en él tan seguramente como sacó a luz la culpa de Acán. Los que son movidos por el espíritu de Cristo poseerán la caridad, que todo lo soporta y es benigna. “Dios quiere que haya unión y amor fraternal entre su pueblo. En la oración que elevó Cristo precisamente antes de su crucifixión pidió que sus discípulos fueran uno como él era uno con el Padre, para que el mundo creyera que Dios le había enviado.
Esta oración conmovedora y admirable llegaba a través de los siglos hasta nuestros días, pues sus palabras fueron: ‘Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos’ (Juan 17:20). Aunque no hemos de sacrificar un solo principio de la verdad, debemos procurar constantemente ese estado de unidad” (Elena de White, Patriarcas y profetas, pp. 557, 558).
PREGUNTAS PARA DIALOGAR:
1. ¿Cómo puede ayudarnos la exhortación de Pablo a estimar “a los demás como mejores a ustedes mismos” (Fil. 2:3, TLA) a no atribuir maldad infundadamente a nuestros hermanos en la fe?
2. ¿Por qué a menudo reaccionamos de forma exagerada ante una situación debido a nuestros fracasos o errores pasados? ¿Cómo podemos evitar esto?
3. Analiza la importancia de escuchar el punto de vista de los demás. ¿Cómo podemos desarrollar en nuestra iglesia la disposición a escuchar? (Comparar con Sant. 1:19).
4. Vivimos en una sociedad en la que las exigencias de la vida laboral, las responsabilidades familiares, los compromisos relacionados con la iglesia y otras obligaciones pueden parecer abrumadores. ¿Cómo puede el principio de hacer todo como para el Señor no solo hacernos más responsables, sino también darnos tranquilidad?
"Escuela Sabática adultos 2025, cuarto trimestre (octubre-diciembre). Estudio: Lecciones de Josué acerca de la fe, escrito por Barna Magyarosi."

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Lección 12: Para el 20 de diciembre de 2025
¡DIOS ES FIEL!
Sábado 13 de diciembre
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA:
Josué 21:43–45; 2 Timoteo 2:11–13; Josué 23; Apocalipsis 14:10, 19; Deuteronomio 6:5. PARA MEMORIZAR: “No faltó ninguna palabra de las buenas que el Señor había hablado a la casa de Israel. Todo se cumplió” (Jos. 21:45).
Cuando John F. Kennedy se dirigió a Estados Unidos en su primer discurso como presidente, el 20 de enero de 1961, su mensaje solo tuvo 1.366 palabras, pero dejó una huella indeleble en la mente de los estadounidenses. Mientras animaba a su país a centrarse en sus responsabilidades en lugar de en sus privilegios, dijo: “Con la conciencia tranquila como única recompensa segura y la historia como juez final de nuestros actos, avancemos para dirigir la tierra que amamos, pidiendo la bendición de Dios y su ayuda, pero sabiendo que su obra aquí en la tierra debe ser también la nuestra”. Cuando Josué, el anciano líder del pueblo de Dios, sintió que llegaba el final de su vida, exhortó a los dirigentes de la nación y a los israelitas (Jos. 23 y 24). Josué 23 se centra en el futuro y en cómo adorar exclusivamente a Dios.
El capítulo 24 repasa las demostraciones de fidelidad de Dios en el pasado para motivar a sus oyentes a rendir culto solo a él. Esta semana estudiaremos el primer discurso de Josué, en el que da una mirada retrospectiva a las victorias de Israel, pero traza al mismo tiempo el camino del éxito futuro para la nación.
Domingo 14 de diciembre
TODO SE CUMPLIÓ
¿Qué imagen conceptual presenta Josué 21:43-45 acerca de Dios? ¿Cómo se aplican estas palabras no solo a la Tierra que fue pometida al pueblo de Dios en el pasado, sino también a la realidad de nuestra salvación (2 Tim. 2:11-13)? Estos versículos constituyen el clímax del libro y su resumen teológico, además de destacar uno de sus temas principales: la fidelidad al pacto de Dios, quien cumple sus promesas y sus juramentos. Esta breve sección también resume todo el contenido del libro hasta el momento. Josué 21:43 habla del reparto de la tierra y el establecimiento en ella (Jos. 13-21), mientras que Josué 21:44 se refiere a las victorias sobre los enemigos y al control obtenido sobre la tierra (Jos. 1-12).
Toda esta retrospectiva es contemplada a través del prisma de la fidelidad de Dios. Los israelitas debían recordar siempre que solo podrían reclamar las victorias sobre sus enemigos o la tierra como su herencia en virtud de la lealtad de Dios a su Palabra. Él les dio “toda la tierra” (Jos. 21:43, énfasis añadido), entregó “en sus manos a todos sus enemigos” (Jos. 21:44, énfasis añadido) y, “como había jurado a sus padres” (Jos. 21:44), “todo se cumplió” (Jos. 21:45, énfasis añadido). El uso repetido de la palabra kol, “todo”, seis veces en tres versículos (Jos. 21:43-45), enfatiza una vez más la verdad de que la tierra era el don de Dios y de que Israel no podía atribuirse el mérito de haberla recibido. Dios juró darles la tierra y fue él quien “entregó en sus manos a todos sus enemigos”. Todo el éxito de Israel había de atribuirse únicamente a la iniciativa divina y a la fidelidad de Dios.
Lo mismo ocurre con nuestra salvación: “Porque por gracia han sido salvados por la fe. Y esto no proviene de ustedes, sino que es el don de Dios. No por obras, para que nadie se gloríe” (Efe. 2:8, 9). De hecho, Pablo también escribió lo siguiente haciendo hincapié en la fidelidad de Dios: “Es palabra fiel: Si morimos con él, también viviremos con él. Si sufrimos, también reinaremos con él. Si lo negamos, él también nos negará. Si somos infieles, él permanece fiel; no puede negarse a sí mismo” (2 Tim. 2:11-13). ¿De qué manera la fidelidad de Dios nos da la seguridad de que ninguna de sus promesas acerca del futuro fallará? (Ver 1 Cor. 10:13; 2 Cor. 1:18-20).
Lunes 15 de diciembre
UNA SEÑAL DE PREOCUPACIÓN
La gloriosa conclusión de toda la sección (Jos. 21:43-45) lleva implícita la aseveración de que la obediencia a Dios es la condición para el cumplimiento de lo que prometió. El éxito nunca debe darse por sentado; siempre está ligado a la obediencia a la Palabra de Dios. Así, la adjudicación de la tierra, además de ser la demostración de la fidelidad de Dios para con Israel (Neh. 9:8), dejaba lugar para un futuro desarrollo que dependería de la actitud de Israel. ¿Sería este capaz de asegurar lo logrado? Lee Josué 23:1-5. ¿Cuáles son los puntos principales de la introducción de Josué? En su discurso, el ya anciano Josué transfiere a su público la finalización de la misión que Dios le había encomendado. Describe cómo fue posible la conquista de la tierra: el Señor luchó por ellos. Aunque, a causa de su infidelidad e incredulidad, los israelitas se vieron envueltos en guerras después del Éxodo, no fue gracias a su poder militar, sino a la intervención de Dios, como consiguieron poseer la tierra.
Dios había dado a Israel reposo de sus enemigos, pero quedaban algunas naciones a las que todavía había que desposeer. La victoria no era una realidad consumada e inmutable para Israel, sino una posibilidad siempre presente mediante la confianza constante en la fiel ayuda divina. ¿Qué similitudes existen entre la manera en que los israelitas conquistaron Canaán bajo el liderazgo de Josué y la forma en que los cristianos pueden vivir hoy una vida espiritual victoriosa? Lee Josué 23:10; Colosenss 2:15; 2 Corintios 10:3-5; Efesios 6:11-18. Las victorias de los israelitas no podían ser atribuidas a su fuerza y estrategia.
Del mismo modo, la victoria espiritual sobre el pecado y la tentación ha sido asegurada a través del sacrificio y la resurrección de Jesucristo, pero el pueblo de Dios debe hoy confiar constantemente en la habilitación del Espíritu Santo a fin de vivir una vida triunfante. ¿Por qué nos sigue resultando tan fácil pecar a pesar de contar con tantas promesas maravillosas?
Martes 16 de diciembre
LÍMITES DEFINIDOS
Utilizando las mismas palabras que se le dirigieron al principio del libro (Jos. 1:7, 8), Josué afirmó que la tarea que aguardaba a Israel no era principalmente de naturaleza militar, sino espiritual. Tenía que ver con la obediencia a la voluntad de Dios revelada en la Torá. ¿Por qué adoptó Josué una postura tan firme acerca de las relaciones de Israel con las naciones circundantes? (Jos. 23:6-8, 12, 13). El peligro al que Israel se enfrentaba no era la enemistad de las naciones restantes, sino su amistad. Las armas de ellas no representaban tal vez un desafío para Israel, pero su ideología y sus valores (o su falta de ellos) podrían resultar más dañinos que cualquier fuerza militar. Josué llamó la atención de los líderes al hecho crucial de que el conflicto en el que se habían visto envueltos era primordialmente, y en última instancia, espiritual. Por lo tanto, Israel debía preservar su singular identidad.
La prohibición de invocar el nombre de un dios, jurar por él y servirlo o inclinarse ante él tenía que ver con la idolatría. En el antiguo Cercano Oriente, el nombre de una deidad representaba su presencia y su poder. Invocar o mencionar los nombres de los dioses en los saludos cotidianos o en las transacciones comerciales significaba reconocer su autoridad y contribuía a que los israelitas buscaran su poder en tiempos de necesidad (comparar con Jue. 2:1-3, 11-13). El peligro de casarse con los cananeos que quedaban en la tierra consistía en que Israel perdiera su pureza espiritual. La intención de la amonestación de Josué no era promover la pureza racial o étnica, sino evitar la idolatría, que podía conducir al colapso espiritual de Israel. El caso de Salomón es un ejemplo dramático de las tristes consecuencias espirituales de los matrimonios mixtos (1 Rey. 3:1; 11:1-8).
En el Nuevo Testamento, se exhorta firmemente a los cristianos a no unirse en matrimonio con no creyentes (2 Cor. 6:14), aunque, en el caso de los matrimonios existentes, Pablo no aconseja al cónyuge creyente que se divorcie del incrédulo, sino que lleve una vida cristiana ejemplar con la esperanza de ganar al no creyente para el Señor (1 Cor. 7:12-16). La advertencia de Josué contra las asociaciones perjudiciales conduce inevitablemente a la cuestión de la relación del cristiano con el “mundo”. ¿Cómo podemos mantener una relación equilibrada con la sociedad que nos rodea? 141
Miércoles 17 de diciembre
LA IRA DEL SEÑOR
¿Cómo debemos interpretar las descripciones de la ira de Dios y su justicia retributiva en Josué (Jos. 23:15, 16) y en otras partes de las Escrituras? (Ver también Núm. 11:33; 2 Crón. 36:16; Apoc. 14:10, 19; 15:1). Israel ya había experimentado la ira del Señor durante su travesía por el desierto (Núm. 11:33; 12:9) y en la Tierra Prometida (Jos. 7:1), y era plenamente consciente de las consecuencias de provocar la ira de Dios al quebrantar el pacto. Estos versículos representan el clímax de la severidad de la retórica de Josué. Resulta chocante oír que el Señor destruiría a Israel, ya que el mismo término se había utilizado anteriormente para referirse a la aniquilación de los cananeos.
Tan cierto como que las promesas del Señor se habían cumplido fielmente en cuanto a la bendición de Israel, las maldiciones del pacto (Lev. 26; Deut. 28) también se harían realidad si los israelitas lo quebrantaban. A la luz del despojo y la destrucción de los cananeos, estos versículos demuestran una vez más que Dios es, en última instancia, el Juez de toda la tierra. Él declara la guerra al pecado independientemente de dónde se encuentre este. Israel no fue santificado ni adquirió méritos especiales por participar en la guerra santa, como tampoco los adquirieron las naciones paganas cuando más tarde se convirtieron en el medio del juicio utilizado por Dios contra la nación elegida. Israel debía decidir si haría de las gloriosas certezas del pasado el fundamento para afrontar el futuro.
A primera vista, la enseñanza bíblica acerca de la ira de Dios parece incompatible con la afirmación de que él es amor (Juan 3:16; 1 Juan 4:8). Sin embargo, es precisamente a la luz de la ira de Dios como la doctrina bíblica de su amor adquiere mayor relevancia. En primer lugar, la Biblia presenta a Dios como amoroso, paciente, abnegado y dispuesto a perdonar (Éxo. 34:6; Miq. 7:18). Sin embargo, en el contexto de un mundo afectado por el pecado, la ira del Señor es la respuesta de su santidad y justicia ante el pecado y el mal. Su ira nunca es una reacción emocional vengativa e impredecible. El Nuevo Testamento enseña que Cristo se hizo pecado por nosotros (2 Cor. 5:21) y que hemos sido reconciliados con Dios mediante su muerte (Rom. 5:10). Quien crea en él no tendrá que hacer frente a la ira de Dios (Juan 3:36; Efe. 2:3; 1 Tes. 1:10). El concepto de la ira de Dios lo presenta como el Juez Justo del universo que defiende la causa de la justicia (Sal. 7:11; 50:6; 2 Tim. 4:8).
Jueves 18 de diciembre
AFÉRRATE A DIOS
La única forma en que Israel podía evitar la tentación de la idolatría y la ira de Dios no era recordando constantemente lo que el pacto estipulaba que no debía hacer, sino fomentando una lealtad consciente y constante al Señor. El mismo verbo traducido como “fueron fieles” al Señor (ver Deut. 4:4), se utiliza también para describir el pacto matrimonial que se pretendía que existiera entre los cónyuges (Gén. 2:24) o la lealtad de Rut a Noemí (Rut 1:14). Es importante señalar que, según la evaluación de Josué, tal fidelidad había caracterizado a Israel como nación “hasta el día de hoy”. Lamentablemente, la misma afirmación no sería aplicable a períodos posteriores de la historia de Israel, como tristemente demuestra el libro de Jueces (Jue. 2:2, 7, 11; 3:7, 12; 4:1, etc.). Josué exhorta a Israel a amar al Señor, su Dios (Jos. 23:11; comparar con Deut. 6:5).
El amor no puede forzarse; si así fuera, dejaría de ser lo que esencialmente es. Ahora bien, ¿en qué sentido es posible requerir el amor de alguien? Para que Israel pudiera disfrutar continuamente de las bendiciones del pacto, debía permanecer fiel a Dios. El texto hebreo de Josué 23:11 es extremadamente enfático: “Tengan sumo cuidado, por la vida de ustedes, de amar al Señor su Dios” (NBLA). La palabra ‘‘ahabah, “amor”, puede referirse a una amplia gama de afectos humanos, como el apego amistoso, la intimidad sexual, la ternura maternal, el amor romántico y la lealtad a Dios. Si entendemos el amor a Dios como un compromiso consciente y como devoción a él, es posible exigirlo sin violar su verdadera esencia (comparar con Juan 13:34). Dios siempre quiso que la obediencia a sus mandamientos surgiera natural y espontáneamente de una relación personal con él (Éxo. 19:4 [“los he traído a mí”]; Deut. 6:5, comparar con Mat. 22:37), basada en lo que él hizo por su pueblo como demostración de su gran misericordia y amor.
El mandamiento de amar a Dios también expresa la naturaleza mutua, pero no simétrica, del amor divino. Dios desea entrar en una relación íntima y personal con cada persona que corresponda a su amor. En consecuencia, su amor para con todos constituye el marco para la manifestación de nuestro amor voluntario y mutuo. Jesús dio un mandamiento nuevo a sus discípulos. ¿En qué sentido era este mandamiento nuevo y antiguo al mismo tiempo? Lee Juan 13:34; 15:17; 1 Juan 3:11; comparar con Lev. 19:18.
Viernes 19 de diciembre
PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:
Lee las páginas 559-561 del capítulo “Las últimas palabras de Josué” en el libro Patriarcas y profetas, de Elena de White. “Satanás engaña a muchos con la plausible teoría de que el amor de Dios por sus hijos es tan grande que excusará el pecado de ellos; asevera que si bien las amenazas de la Palabra de Dios están para servir a ciertos propósitos en su gobierno moral, nunca se cumplirán literalmente. Pero en todos sus tratos con los seres que creó, Dios ha mantenido los principios de la justicia mediante la revelación del pecado en su verdadero carácter; demostró que sus verdaderas consecuencias son la miseria y la muerte. Nunca existió el perdón incondicional del pecado, ni existirá jamás. Un perdón de esta naturaleza sería el abandono de los principios de justicia que constituyen los fundamentos mismos del gobierno de Dios.
Llenaría de consternación al universo inmaculado. Dios ha indicado fielmente los resultados del pecado, y si estas advertencias no fuesen la verdad, ¿cómo podríamos estar seguros de que sus promesas se cumplirán? La así llamada benevolencia que quisiera hacer a un lado la justicia, no es benevolencia, sino debilidad. “Dios es el Dador de la vida. Desde el principio, todas sus leyes fueron ordenadas para perpetuar la vida. Pero el pecado destruyó sorpresivamente el orden que Dios había establecido, y como consecuencia vino la discordia. Mientras exista el pecado, los sufrimientos y la muerte serán inevitables. Únicamente porque el Redentor llevó en nuestro lugar la maldición del pecado puede el hombre esperar escapar, en su propia persona, a sus funestos resultados” (Elena de White, Patriarcas y profetas, pp. 560, 561).
PREGUNTAS PARA DIALOGAR:
1. Rememora las evidencias de la fidelidad de Dios en tu vida. ¿Qué puedes señalar al respecto? Al mismo tiempo, ¿cómo respondes cuando las cosas no resultan como esperabas o pedías en oración, o cuando las promesas reclamadas se encuentran con el silencio?
2. Analiza la enseñanza bíblica acerca de la ira de Dios. ¿Cómo presentarías la ira del Señor como parte del evangelio?
3. ¿Qué principios puedes extraer de la lección de esta semana respecto a la relación con los no creyentes? ¿Cómo podemos encontrar un equilibrio entre nuestra fidelidad a los principios y prácticas correctas y nuestra relación con las personas para servirles y velar por su bienestar?
4. ¿Qué obstáculos te impiden aferrarte al Señor de todo corazón?
