Lección 2: Para el 11 de octubre de 2025.
SORPRENDIDOS POR LA GRACIA
Sábado 4 de octubre
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Josué 2:1-21; Números 14:1-12;
Hebreos 11:31; Éxodo 12:13; Josué 9; Nehemías 7:25.
PARA MEMORIZAR:
“Por la fe no pereció la prostituta Rajab junto con los incrédulos, porque recibió en
paz a los espías” (Heb. 11:31, RVA-2015).
“¿ P or qué lo hice otra vez?”. Quizá todos hayamos dicho eso en más de una ocasión, ya que la historia no es lo único que se repite. Los humanos también volvemos a cometer los mismos errores. Israel tenía ante sí una segunda oportunidad de entrar en la Tierra Prome tida, y Josué tomó en serio su misión. El primer paso era tener una idea clara de aquello a lo que se enfrentaban. Para ello, envió a dos espías para que le trajeran información valiosa acerca del territorio a conquistar: su sistema de defensa, su preparación militar, sus reservas de agua y la actitud de la población ante una fuerza invasora.
Podría pensarse que la promesa de Dios de entregar la tierra a los israelitas
no requería ningún esfuerzo por su parte. Sin embargo, la seguridad del apoyo
divino no anulaba la responsabilidad humana. Israel estaba por segunda vez
en la frontera de Canaán. Las expectativas eran elevadas. La última vez que
Israel había estado en la frontera, con la misma tarea, el resultado había sido
un fracaso abismal.
Esta semana exploraremos dos de los relatos más fascinantes del libro de
Josué y descubriremos su relevancia para nuestra fe hoy. La gracia de Dios tiene
infinitas posibilidades de sorprendernos.
Domingo 5 de octubre
SEGUNDA OPORTUNIDAD
Lee Josué 2:1 y Números 13:1, 2, 25-28, 33; 14:1-12. ¿Por qué Josué comenzó la
misión de conquistar la Tierra Prometida enviando espías?
El lugar desde el que fueron enviados los dos espías es llamado Sitim (“acacias”) en el texto hebreo de Josué 2:1, o Abel-Sitim (“prado de las acacias”) en Números 33:49, y nos recuerda dos episodios negativos de la historia de Israel.
El primero es otro incidente de espionaje (ver Núm. 13) que presenta los mismos elementos básicos: la misión encomendada a los espías, la incursión secreta de ellos en territorio enemigo, su regreso, el informe acerca de sus hallazgos y la decisión de actuar sobre la base de ese informe.
El otro incidente en Sitim representa una de las violaciones más desafiantes
e idólatras del pacto: los israelitas, instigados por Balaam, se entregaron al libertinaje con las mujeres moabitas y adoraron a sus dioses (Núm. 25:1-3; 31:16).
En este contexto, el nombre de Sitim crea una tensión extraordinaria en cuanto
al desenlace de toda la historia. ¿Será otro fracaso en la frontera de la Tierra
Prometida? ¿O conducirá al tan esperado cumplimiento de la antigua promesa?
Lee Juan 18:16-18, 25-27; 21:15-19. ¿Qué paralelismos descubres entre la
segunda oportunidad dada a Israel como nación y la que recibió Pedro?
El Señor es un Dios de segundas (¡y muchas otras más!) oportunidades. La
Biblia llama “gracia” a las oportunidades adicionales. Gracia es simplemente algo
que no merecemos. La Biblia está repleta del concepto de gracia (comparar con
Rom. 5:2; 11:6; Efe. 2:8). Dios ofrece misericordiosamente a todos la posibilidad de
un nuevo comienzo (Tito 2:11-14). Pedro mismo experimentó esa gracia e instó a la iglesia a crecer en ella (2 Ped. 3:18). Y las noticias son aún mejores: tenemos mucho más que una segunda oportunidad. ¿Qué sería de nosotros si así no fuera?
Piensa en la segunda oportunidad que Dios concedió a los israelitas de entrar en Canaán, y en la gracia concedida a Pedro después de que negó a su Señor. ¿Qué nos enseñan estos incidentes acerca de la gracia que debemos ofrecer a quienes la necesitan?
Lunes 6 de octubre
VALOR EN LUGARES INESPERADOS
Lee Josué 2:2-11; Hebreos 11:31 y Santiago 2:25. ¿Qué nos dicen estos textos
acerca de Rahab?
Un aspecto central de la historia de Rahab es la mentira que dijo para proteger a los espías. Al considerar ese engaño debemos tener presente que ella estaba inmersa en una sociedad extremadamente pecaminosa, lo que finalmente desembocó en el juicio de Dios (Gén. 15:16; Lev. 18:25-28; Deut. 9:5). Si bien es cierto que el Nuevo Testamento elogia la fe de ella, un análisis cuidadoso de las referencias del Nuevo Testamento al accionar de Rahab revela que el registro
bíblico no avala todo lo que hizo en esa ocasión ni aprueba la mentira que dijo.
Hebreos 11:31 confirma la fe demostrada por Rahab al ayudar a los espías en lugar de elegir aferrarse a la corrupta cultura en la que estaba. Santiago 2:25
elogia su ofrecimiento de alojamiento a los dos israelitas y su indicación de cómo regresar por una ruta segura. En medio de una cultura decadente y corrupta, y del propio estilo de vida pecaminoso de Rahab, Dios, en virtud de su gracia, vio
una chispa de fe a través de la cual podía salvarla. Dios utilizó lo que había de
bueno en Rahab, su fe en él y su decisión de pertenecer a su pueblo, pero nunca
elogió todo lo que ella hizo. Dios valoró a Rahab por su valentía excepcional, por su fe, por ser agente de salvación y por elegir al Dios de Israel.
Al ver lo que estaba sucediendo, ella declaró: “Porque el Señor su Dios es Dios arriba en el cielo y abajo en la tierra” (Jos. 2:11). Es significativo que una mujer
cananea reconociera que el Señor era el único Dios, sobre todo en la azotea de
su casa, donde los paganos acostumbraban ofrecer plegarias a sus presuntas
deidades celestiales.
La expresión utilizada por Rahab solo aparece anteriormente en la Biblia en el contexto del derecho exclusivo de Dios a recibir culto (Éxo. 20:4; Deut. 4:39; 5:8).
Sus palabras daban testimonio de su decisión meditada y consciente de reconocer que el Dios de los israelitas era la única deidad verdadera. Su confesión
demostraba que comprendía la estrecha relación existente entre la soberanía
de Dios y el juicio al que Jericó estaba condenada.
La decisión moral que tomó significaba que reconocía que, a la luz del juicio
de Dios, solo había dos opciones: continuar en rebelión contra él y ser aniquilada, o aceptar por fe la misericordia divina. Al elegir al Dios de los israelitas,
Rahab se convirtió en un ejemplo de lo que pudo haber sido el destino de todos
los habitantes de Jericó si hubieran aceptado la misericordia del Dios de Israel.
¿Qué nos enseña esta historia acerca de la lealtad total que debemos a Dios?
Martes 7 de octubre
NUEVO PACTO
Lee Josué 2:12-21 y Éxodo 12:13, 22, 23. ¿Cómo nos ayuda este texto de Éxodo
a entender el acuerdo entre los espías y Rahab?
El trato de Rahab es muy claro: vida por vida y bondad a cambio de bondad.
La palabra hesed (Jos. 2:12), traducida en distintas versiones bíblicas como “compasión”, “bondad”, “misericordia”, etc., tiene una riqueza de significado difícil de expresar con una sola palabra en otros idiomas, ya que se refiere principalmente
a la lealtad al pacto junto con la noción de fidelidad, misericordia, benevolencia
y bondad.
Las palabras de Rahab también evocan a Deuteronomio 7:12, donde Dios mismo juró dispensar su hesed a Israel: “Entonces, por haber oído estos preceptos, y haberlos guardado y puesto por obra, el Señor tu Dios guardará contigo su pacto y su constante amor [hesed], que con juramento prometió a tus padres”.
Curiosamente, el mismo capítulo (Deut. 7) prescribe la prohibición (herem)
divina de hacer pactos o alianzas con los cananeos. Aquí está Rahab, una cananea que está incluida en dicha prohibición pero reclama, por su fe naciente,
las promesas que fueron dadas a los israelitas. Como resultado, es librada de
la destrucción.
La primera imagen que inevitablemente viene a la mente en relación con
el diálogo entre los espías y Rahab es la Pascua en vísperas del Éxodo. En esa
ocasión, para que los israelitas estuvieran protegidos, debían permanecer dentro de sus casas y marcar los postes y dinteles con la sangre del cordero sacrificado.
“Y la sangre será la señal de las casas donde ustedes estén. Al ver la sangre,
pasaré de largo, y no habrá entre ustedes mortandad cuando yo hiera la tierra
de Egipto” (Éxo. 12:13; ver también Éxo. 12:22, 23).
“Mediante su obediencia, el pueblo debía evidenciar su fe. Asimismo, todos los que esperan ser salvos por los méritos de la sangre de Cristo deben comprender que ellos mismos tienen algo que hacer para asegurar su salvación.
Si bien solo Cristo puede redimirnos de la pena de la transgresión, nosotros
debemos volvernos del pecado a la obediencia. El hombre ha de salvarse por la
fe, no por las obras; sin embargo, su fe debe mostrarse por sus obras” (Elena de White, Patriarcas y profetas, p. 283).
En el caso de la Pascua, la sangre fue una señal que salvó a los hebreos del
ángel destructor de Dios. Así como Dios perdonó la vida de los israelitas durante
la última plaga en Egipto, ellos debían resguardar la vida de Rahab y de su familia
cuando la destrucción llegara a Jericó.
¿Qué poderoso mensaje podemos encontrar en estas dos historias? ¿Qué lecciones relacionadas con el evangelio podemos extraer de ellas?
Miércoles 8 de octubre
VALORES ENFRENTADOS
Lee Josué 9:1-20. ¿Qué semejanzas y diferencias existen entre la historia de
Rahab y la de los gabaonitas? ¿Por qué son significativas esas semejanzas
y diferencias? Este capítulo de Josué comienza relatando la decisión de los reyes cananeos de pequeñas ciudades-estado de crear una coalición contra los israelitas. A diferencia de ellos, los habitantes de Gabaón decidieron hacer una alianza con Israel.
Con el fin de engañar a los israelitas para que concertaran un pacto con
ellos, los gabaonitas recurrieron al ardid de presentarse como embajadores de un país lejano. Según Deuteronomio 20:10 al 18, Dios hizo una distinción entre los cananeos y las personas que vivían fuera de la Tierra Prometida.
La palabra traducida como “astutamente”, o “con astucia”, puede tener un
sentido positivo que denota prudencia y sabiduría (Prov. 1:4; 8:5, 12) o negativo
cuando designa una intención criminal (Éxo. 21:14; 1 Sam. 23:22; Sal. 83:3). En el caso de los gabaonitas, detrás de su acción engañosa se escondía una intención de autopreservación.
El discurso de los gabaonitas es sorprendentemente similar al de Rahab.
Ambos reconocen el poder del Dios de Israel y que el éxito de este pueblo no es
simplemente una hazaña humana. A diferencia de otros cananeos, no se rebelan contra el plan divino de conceder la tierra a los israelitas y admiten que el Señor mismo está expulsando a estas naciones ante Israel. Las noticias de la liberación de Egipto y las victorias sobre Sehón y Og impulsan tanto a Rahab como a los gabaonitas a procurar un pacto o alianza con los israelitas. Sin embargo, en lugar de reconocer plenamente su disposición a someterse al Dios de Israel, como lo hizo Rahab, los gabaonitas recurren a un subterfugio.
La ley de Moisés establecía disposiciones para conocer la voluntad de Dios
en casos como este (Núm. 27:16-21). Josué debería haber preguntado al Señor
cuál era su voluntad y haber evitado así el engaño de los gabaonitas.
El deber fundamental de un líder teocrático, y de cualquier líder cristiano,
es hacer la voluntad de Dios (1 Crón. 28:9; 2 Crón. 15:2; 18:4; 20:4). Al descuidarla,
los israelitas se vieron obligados a violar las condiciones fundamentales de la conquista de la tierra o a romper un juramento hecho en nombre del Señor, lo cual lo convertía en obligatorio.
¿Cuántas veces te has encontrado luchando entre lo que parecen ser dos valores
bíblicos opuestos?
Jueves 9 de octubre
GRACIA SORPRENDENTE
Lee Josué 9:21-27. ¿Cómo combinó la solución de Josué la justicia con la
gracia? Aunque el pueblo de Israel hubiera querido atacar a los gabaonitas, no se les
habría permitido hacerlo debido al juramento de los jefes de la congregación.
Los líderes israelitas actuaron de acuerdo con el principio de que un juramento, siempre que no implique maldad o intención criminal (Jue. 11:29-40), es vinculante, u obligatorio, incluso si conduce a un perjuicio personal.
En el Antiguo Testamento, ser prudente antes de hacer un juramento y cumplirlo se consideran virtudes de los piadosos (Sal. 15:4; 24:4; Ecle. 5:2, 6). Puesto que el juramento se hacía en nombre del Señor, el Dios de Israel, los dirigentes no podían modificarlo.
El destino de Israel quedaba indisolublemente unido al de los gabaonitas en virtud del solemne juramento de los dirigentes de Israel. De hecho, al ser designados leñadores y aguadores para la casa de Dios (Jos. 9:23), los gabaonitas se convirtieron en parte integrante de la comunidad cúltica de Israel. La
respuesta de Josué, en contraste con el veredicto de los gobernantes de Israel,
que decretaba la servidumbre en beneficio de “toda la congregación” (Jos. 9:21),
transformó la maldición en una bendición potencial para los gabaonitas (comparar con 2 Sam. 6:11).
La historia posterior de Gabaón atestigua los elevados privilegios religiosos de los que gozaba la ciudad, así como su lealtad al pueblo de Dios. El voto hecho por Israel se mantuvo a través de las generaciones, de modo que cuando los
israelitas regresaron del cautiverio babilónico, los gabaonitas estaban entre
quienes ayudaron a reconstruir Jerusalén (Neh. 7:25). Sus acciones tendrán
consecuencias positivas eternamente, pero solo por la gracia de Dios.
¿Qué habría sucedido si los gabaonitas hubieran revelado su identidad y
pedido misericordia como hizo Rahab? No lo sabemos, pero no podemos descartar la posibilidad de que incluso una consulta a la voluntad de Dios podría haber exceptuado a los gabaonitas de la destrucción. El propósito último de
Dios no es castigar a los pecadores, sino verlos arrepentirse y concederles su
misericordia (comparar con Eze. 18:23; 33:11). El subterfugio de los gabaonitas
ha de percibirse como una apelación a la misericordia de Dios, a su carácter
bondadoso y justo. Fue la negativa de los cananeos a arrepentirse y su desafío a
los propósitos de Dios lo que condujo a su aniquilación (Gén. 15:16). Dios honró
el reconocimiento de su supremacía por parte de los gabaonitas, así como su
deseo de paz en lugar de rebelión, y su voluntad de abandonar la idolatría y
adorar al único Dios verdadero.
Viernes 10 de octubre
PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:
Lee las páginas 515 a 517 del capítulo “El cruce del Jordán” en el libro Patriarcas
y profetas de Elena de White.
Después del episodio de Rahab y los espías, el resto del Antiguo Testamento
guarda silencio acerca de ella hasta que reaparece en la genealogía de Jesús,
donde se dice que fue esposa de Salmón, de la tribu de Judá, antepasado de
Booz, y suegra de Rut, otra mujer notable mencionada en la misma genealogía
(Mat. 1:5; comparar con Rut 4:13, 21). Por su fe en Dios, la prostituta de Jericó, la
ciudad condenada a la destrucción total, se convirtió en un eslabón importante
del linaje real de David y en antecesora del Mesías. He allí lo que Dios es capaz
de lograr por medio de la fe, aunque esta solo sea del tamaño de un grano de
mostaza (Mat. 17:20; Luc. 17:6).
“Su conversión [la de Rahab] no fue un caso aislado de la misericordia de Dios
hacia los idólatras que reconocían su autoridad divina. En medio de la tierra, un pueblo numeroso –los gabaonitas– renunció a su paganismo y se unió a Israel,
compartiendo las bendiciones del pacto.
“Dios no reconoce distinción por causa de nacionalidad, raza o casta. Él es el Hacedor de toda la humanidad. Por la creación, todos los hombres pertenecen a una sola familia; y todos constituyen una por la redención. Cristo vino para derribar el muro de separación, para abrir todos los departamentos de los atrios del templo, con el fin de que toda alma tuviese libre acceso a Dios. Su amor es tan amplio, tan profundo y completo, que lo compenetra todo. Arrebata de la
influencia satánica a los que fueron engañados por sus seducciones, y los coloca
al alcance del Trono de Dios, al que rodea el arco iris de la promesa. En Cristo
no hay judío, ni griego, ni esclavo ni hombre libre” (Elena de White, Profetas y
reyes, p. 274).
PREGUNTAS PARA DIALOGAR:
1. Analiza la cuestión de las “segundas oportunidades” (y otras más) y cómo debemos ofrecerlas a los demás. Al mismo tiempo, ¿qué cuidados debemos tener para no abusar de este concepto? Piensa, por ejemplo, en
el caso de una mujer que es víctima de una relación abusiva, a quien se le aconseja seguir manifestando “gracia” hacia un abusador reincidente.
¿Cómo encontramos aquí el justo equilibrio?
2. Dialoga en tu clase acerca de Rahab como modelo de fe. ¿Cómo podemos
apreciar la disposición de las personas a aceptar a Dios aunque su estilo
de vida diste mucho del ideal bíblico? ¿Cómo es posible apreciar la fe de
esas personas sin aprobar algunas de sus prácticas?
3. Josué supo combinar de forma práctica la justicia y la gracia para resolver el aprieto causado por el engaño de los gabaonitas y por su propia
negligencia al no consultar al Señor. Piensa en una situación de tu vida
que requiera tanto justicia como gracia. ¿Cuáles son algunas formas prácticas de fusionarlas?
"Escuela Sabática adultos 2025, cuarto trimestre (octubre-diciembre). Estudio: Lecciones de Josué acerca de la fe, escrito por Barna Magyarosi."

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Lección 12: Para el 20 de diciembre de 2025
¡DIOS ES FIEL!
Sábado 13 de diciembre
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA:
Josué 21:43–45; 2 Timoteo 2:11–13; Josué 23; Apocalipsis 14:10, 19; Deuteronomio 6:5. PARA MEMORIZAR: “No faltó ninguna palabra de las buenas que el Señor había hablado a la casa de Israel. Todo se cumplió” (Jos. 21:45).
Cuando John F. Kennedy se dirigió a Estados Unidos en su primer discurso como presidente, el 20 de enero de 1961, su mensaje solo tuvo 1.366 palabras, pero dejó una huella indeleble en la mente de los estadounidenses. Mientras animaba a su país a centrarse en sus responsabilidades en lugar de en sus privilegios, dijo: “Con la conciencia tranquila como única recompensa segura y la historia como juez final de nuestros actos, avancemos para dirigir la tierra que amamos, pidiendo la bendición de Dios y su ayuda, pero sabiendo que su obra aquí en la tierra debe ser también la nuestra”. Cuando Josué, el anciano líder del pueblo de Dios, sintió que llegaba el final de su vida, exhortó a los dirigentes de la nación y a los israelitas (Jos. 23 y 24). Josué 23 se centra en el futuro y en cómo adorar exclusivamente a Dios.
El capítulo 24 repasa las demostraciones de fidelidad de Dios en el pasado para motivar a sus oyentes a rendir culto solo a él. Esta semana estudiaremos el primer discurso de Josué, en el que da una mirada retrospectiva a las victorias de Israel, pero traza al mismo tiempo el camino del éxito futuro para la nación.
Domingo 14 de diciembre
TODO SE CUMPLIÓ
¿Qué imagen conceptual presenta Josué 21:43-45 acerca de Dios? ¿Cómo se aplican estas palabras no solo a la Tierra que fue pometida al pueblo de Dios en el pasado, sino también a la realidad de nuestra salvación (2 Tim. 2:11-13)? Estos versículos constituyen el clímax del libro y su resumen teológico, además de destacar uno de sus temas principales: la fidelidad al pacto de Dios, quien cumple sus promesas y sus juramentos. Esta breve sección también resume todo el contenido del libro hasta el momento. Josué 21:43 habla del reparto de la tierra y el establecimiento en ella (Jos. 13-21), mientras que Josué 21:44 se refiere a las victorias sobre los enemigos y al control obtenido sobre la tierra (Jos. 1-12).
Toda esta retrospectiva es contemplada a través del prisma de la fidelidad de Dios. Los israelitas debían recordar siempre que solo podrían reclamar las victorias sobre sus enemigos o la tierra como su herencia en virtud de la lealtad de Dios a su Palabra. Él les dio “toda la tierra” (Jos. 21:43, énfasis añadido), entregó “en sus manos a todos sus enemigos” (Jos. 21:44, énfasis añadido) y, “como había jurado a sus padres” (Jos. 21:44), “todo se cumplió” (Jos. 21:45, énfasis añadido). El uso repetido de la palabra kol, “todo”, seis veces en tres versículos (Jos. 21:43-45), enfatiza una vez más la verdad de que la tierra era el don de Dios y de que Israel no podía atribuirse el mérito de haberla recibido. Dios juró darles la tierra y fue él quien “entregó en sus manos a todos sus enemigos”. Todo el éxito de Israel había de atribuirse únicamente a la iniciativa divina y a la fidelidad de Dios.
Lo mismo ocurre con nuestra salvación: “Porque por gracia han sido salvados por la fe. Y esto no proviene de ustedes, sino que es el don de Dios. No por obras, para que nadie se gloríe” (Efe. 2:8, 9). De hecho, Pablo también escribió lo siguiente haciendo hincapié en la fidelidad de Dios: “Es palabra fiel: Si morimos con él, también viviremos con él. Si sufrimos, también reinaremos con él. Si lo negamos, él también nos negará. Si somos infieles, él permanece fiel; no puede negarse a sí mismo” (2 Tim. 2:11-13). ¿De qué manera la fidelidad de Dios nos da la seguridad de que ninguna de sus promesas acerca del futuro fallará? (Ver 1 Cor. 10:13; 2 Cor. 1:18-20).
Lunes 15 de diciembre
UNA SEÑAL DE PREOCUPACIÓN
La gloriosa conclusión de toda la sección (Jos. 21:43-45) lleva implícita la aseveración de que la obediencia a Dios es la condición para el cumplimiento de lo que prometió. El éxito nunca debe darse por sentado; siempre está ligado a la obediencia a la Palabra de Dios. Así, la adjudicación de la tierra, además de ser la demostración de la fidelidad de Dios para con Israel (Neh. 9:8), dejaba lugar para un futuro desarrollo que dependería de la actitud de Israel. ¿Sería este capaz de asegurar lo logrado? Lee Josué 23:1-5. ¿Cuáles son los puntos principales de la introducción de Josué? En su discurso, el ya anciano Josué transfiere a su público la finalización de la misión que Dios le había encomendado. Describe cómo fue posible la conquista de la tierra: el Señor luchó por ellos. Aunque, a causa de su infidelidad e incredulidad, los israelitas se vieron envueltos en guerras después del Éxodo, no fue gracias a su poder militar, sino a la intervención de Dios, como consiguieron poseer la tierra.
Dios había dado a Israel reposo de sus enemigos, pero quedaban algunas naciones a las que todavía había que desposeer. La victoria no era una realidad consumada e inmutable para Israel, sino una posibilidad siempre presente mediante la confianza constante en la fiel ayuda divina. ¿Qué similitudes existen entre la manera en que los israelitas conquistaron Canaán bajo el liderazgo de Josué y la forma en que los cristianos pueden vivir hoy una vida espiritual victoriosa? Lee Josué 23:10; Colosenss 2:15; 2 Corintios 10:3-5; Efesios 6:11-18. Las victorias de los israelitas no podían ser atribuidas a su fuerza y estrategia.
Del mismo modo, la victoria espiritual sobre el pecado y la tentación ha sido asegurada a través del sacrificio y la resurrección de Jesucristo, pero el pueblo de Dios debe hoy confiar constantemente en la habilitación del Espíritu Santo a fin de vivir una vida triunfante. ¿Por qué nos sigue resultando tan fácil pecar a pesar de contar con tantas promesas maravillosas?
Martes 16 de diciembre
LÍMITES DEFINIDOS
Utilizando las mismas palabras que se le dirigieron al principio del libro (Jos. 1:7, 8), Josué afirmó que la tarea que aguardaba a Israel no era principalmente de naturaleza militar, sino espiritual. Tenía que ver con la obediencia a la voluntad de Dios revelada en la Torá. ¿Por qué adoptó Josué una postura tan firme acerca de las relaciones de Israel con las naciones circundantes? (Jos. 23:6-8, 12, 13). El peligro al que Israel se enfrentaba no era la enemistad de las naciones restantes, sino su amistad. Las armas de ellas no representaban tal vez un desafío para Israel, pero su ideología y sus valores (o su falta de ellos) podrían resultar más dañinos que cualquier fuerza militar. Josué llamó la atención de los líderes al hecho crucial de que el conflicto en el que se habían visto envueltos era primordialmente, y en última instancia, espiritual. Por lo tanto, Israel debía preservar su singular identidad.
La prohibición de invocar el nombre de un dios, jurar por él y servirlo o inclinarse ante él tenía que ver con la idolatría. En el antiguo Cercano Oriente, el nombre de una deidad representaba su presencia y su poder. Invocar o mencionar los nombres de los dioses en los saludos cotidianos o en las transacciones comerciales significaba reconocer su autoridad y contribuía a que los israelitas buscaran su poder en tiempos de necesidad (comparar con Jue. 2:1-3, 11-13). El peligro de casarse con los cananeos que quedaban en la tierra consistía en que Israel perdiera su pureza espiritual. La intención de la amonestación de Josué no era promover la pureza racial o étnica, sino evitar la idolatría, que podía conducir al colapso espiritual de Israel. El caso de Salomón es un ejemplo dramático de las tristes consecuencias espirituales de los matrimonios mixtos (1 Rey. 3:1; 11:1-8).
En el Nuevo Testamento, se exhorta firmemente a los cristianos a no unirse en matrimonio con no creyentes (2 Cor. 6:14), aunque, en el caso de los matrimonios existentes, Pablo no aconseja al cónyuge creyente que se divorcie del incrédulo, sino que lleve una vida cristiana ejemplar con la esperanza de ganar al no creyente para el Señor (1 Cor. 7:12-16). La advertencia de Josué contra las asociaciones perjudiciales conduce inevitablemente a la cuestión de la relación del cristiano con el “mundo”. ¿Cómo podemos mantener una relación equilibrada con la sociedad que nos rodea? 141
Miércoles 17 de diciembre
LA IRA DEL SEÑOR
¿Cómo debemos interpretar las descripciones de la ira de Dios y su justicia retributiva en Josué (Jos. 23:15, 16) y en otras partes de las Escrituras? (Ver también Núm. 11:33; 2 Crón. 36:16; Apoc. 14:10, 19; 15:1). Israel ya había experimentado la ira del Señor durante su travesía por el desierto (Núm. 11:33; 12:9) y en la Tierra Prometida (Jos. 7:1), y era plenamente consciente de las consecuencias de provocar la ira de Dios al quebrantar el pacto. Estos versículos representan el clímax de la severidad de la retórica de Josué. Resulta chocante oír que el Señor destruiría a Israel, ya que el mismo término se había utilizado anteriormente para referirse a la aniquilación de los cananeos.
Tan cierto como que las promesas del Señor se habían cumplido fielmente en cuanto a la bendición de Israel, las maldiciones del pacto (Lev. 26; Deut. 28) también se harían realidad si los israelitas lo quebrantaban. A la luz del despojo y la destrucción de los cananeos, estos versículos demuestran una vez más que Dios es, en última instancia, el Juez de toda la tierra. Él declara la guerra al pecado independientemente de dónde se encuentre este. Israel no fue santificado ni adquirió méritos especiales por participar en la guerra santa, como tampoco los adquirieron las naciones paganas cuando más tarde se convirtieron en el medio del juicio utilizado por Dios contra la nación elegida. Israel debía decidir si haría de las gloriosas certezas del pasado el fundamento para afrontar el futuro.
A primera vista, la enseñanza bíblica acerca de la ira de Dios parece incompatible con la afirmación de que él es amor (Juan 3:16; 1 Juan 4:8). Sin embargo, es precisamente a la luz de la ira de Dios como la doctrina bíblica de su amor adquiere mayor relevancia. En primer lugar, la Biblia presenta a Dios como amoroso, paciente, abnegado y dispuesto a perdonar (Éxo. 34:6; Miq. 7:18). Sin embargo, en el contexto de un mundo afectado por el pecado, la ira del Señor es la respuesta de su santidad y justicia ante el pecado y el mal. Su ira nunca es una reacción emocional vengativa e impredecible. El Nuevo Testamento enseña que Cristo se hizo pecado por nosotros (2 Cor. 5:21) y que hemos sido reconciliados con Dios mediante su muerte (Rom. 5:10). Quien crea en él no tendrá que hacer frente a la ira de Dios (Juan 3:36; Efe. 2:3; 1 Tes. 1:10). El concepto de la ira de Dios lo presenta como el Juez Justo del universo que defiende la causa de la justicia (Sal. 7:11; 50:6; 2 Tim. 4:8).
Jueves 18 de diciembre
AFÉRRATE A DIOS
La única forma en que Israel podía evitar la tentación de la idolatría y la ira de Dios no era recordando constantemente lo que el pacto estipulaba que no debía hacer, sino fomentando una lealtad consciente y constante al Señor. El mismo verbo traducido como “fueron fieles” al Señor (ver Deut. 4:4), se utiliza también para describir el pacto matrimonial que se pretendía que existiera entre los cónyuges (Gén. 2:24) o la lealtad de Rut a Noemí (Rut 1:14). Es importante señalar que, según la evaluación de Josué, tal fidelidad había caracterizado a Israel como nación “hasta el día de hoy”. Lamentablemente, la misma afirmación no sería aplicable a períodos posteriores de la historia de Israel, como tristemente demuestra el libro de Jueces (Jue. 2:2, 7, 11; 3:7, 12; 4:1, etc.). Josué exhorta a Israel a amar al Señor, su Dios (Jos. 23:11; comparar con Deut. 6:5).
El amor no puede forzarse; si así fuera, dejaría de ser lo que esencialmente es. Ahora bien, ¿en qué sentido es posible requerir el amor de alguien? Para que Israel pudiera disfrutar continuamente de las bendiciones del pacto, debía permanecer fiel a Dios. El texto hebreo de Josué 23:11 es extremadamente enfático: “Tengan sumo cuidado, por la vida de ustedes, de amar al Señor su Dios” (NBLA). La palabra ‘‘ahabah, “amor”, puede referirse a una amplia gama de afectos humanos, como el apego amistoso, la intimidad sexual, la ternura maternal, el amor romántico y la lealtad a Dios. Si entendemos el amor a Dios como un compromiso consciente y como devoción a él, es posible exigirlo sin violar su verdadera esencia (comparar con Juan 13:34). Dios siempre quiso que la obediencia a sus mandamientos surgiera natural y espontáneamente de una relación personal con él (Éxo. 19:4 [“los he traído a mí”]; Deut. 6:5, comparar con Mat. 22:37), basada en lo que él hizo por su pueblo como demostración de su gran misericordia y amor.
El mandamiento de amar a Dios también expresa la naturaleza mutua, pero no simétrica, del amor divino. Dios desea entrar en una relación íntima y personal con cada persona que corresponda a su amor. En consecuencia, su amor para con todos constituye el marco para la manifestación de nuestro amor voluntario y mutuo. Jesús dio un mandamiento nuevo a sus discípulos. ¿En qué sentido era este mandamiento nuevo y antiguo al mismo tiempo? Lee Juan 13:34; 15:17; 1 Juan 3:11; comparar con Lev. 19:18.
Viernes 19 de diciembre
PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:
Lee las páginas 559-561 del capítulo “Las últimas palabras de Josué” en el libro Patriarcas y profetas, de Elena de White. “Satanás engaña a muchos con la plausible teoría de que el amor de Dios por sus hijos es tan grande que excusará el pecado de ellos; asevera que si bien las amenazas de la Palabra de Dios están para servir a ciertos propósitos en su gobierno moral, nunca se cumplirán literalmente. Pero en todos sus tratos con los seres que creó, Dios ha mantenido los principios de la justicia mediante la revelación del pecado en su verdadero carácter; demostró que sus verdaderas consecuencias son la miseria y la muerte. Nunca existió el perdón incondicional del pecado, ni existirá jamás. Un perdón de esta naturaleza sería el abandono de los principios de justicia que constituyen los fundamentos mismos del gobierno de Dios.
Llenaría de consternación al universo inmaculado. Dios ha indicado fielmente los resultados del pecado, y si estas advertencias no fuesen la verdad, ¿cómo podríamos estar seguros de que sus promesas se cumplirán? La así llamada benevolencia que quisiera hacer a un lado la justicia, no es benevolencia, sino debilidad. “Dios es el Dador de la vida. Desde el principio, todas sus leyes fueron ordenadas para perpetuar la vida. Pero el pecado destruyó sorpresivamente el orden que Dios había establecido, y como consecuencia vino la discordia. Mientras exista el pecado, los sufrimientos y la muerte serán inevitables. Únicamente porque el Redentor llevó en nuestro lugar la maldición del pecado puede el hombre esperar escapar, en su propia persona, a sus funestos resultados” (Elena de White, Patriarcas y profetas, pp. 560, 561).
PREGUNTAS PARA DIALOGAR:
1. Rememora las evidencias de la fidelidad de Dios en tu vida. ¿Qué puedes señalar al respecto? Al mismo tiempo, ¿cómo respondes cuando las cosas no resultan como esperabas o pedías en oración, o cuando las promesas reclamadas se encuentran con el silencio?
2. Analiza la enseñanza bíblica acerca de la ira de Dios. ¿Cómo presentarías la ira del Señor como parte del evangelio?
3. ¿Qué principios puedes extraer de la lección de esta semana respecto a la relación con los no creyentes? ¿Cómo podemos encontrar un equilibrio entre nuestra fidelidad a los principios y prácticas correctas y nuestra relación con las personas para servirles y velar por su bienestar?
4. ¿Qué obstáculos te impiden aferrarte al Señor de todo corazón?
