Lee para el estudio de esta semana:
Hebreos 9: 11-15; Salmo 122; Salmo 15; Salmo 24; Éxodo 33: 18-23; Salmo 5; Salmo 51: 7-15.
Para memorizar
«Entonces miré y vi al Cordero de pie sobre el monte Sion, y con él ciento cuarenta y cuatro mil que tenían el nombre del Cordero y el nombre de su Padre escrito en sus frentes» (Apoc. 14: 1).
Como adventistas del séptimo día, estamos acostumbrados a buscar los símbolos del Apocalipsis en el Antiguo Testamento para entender qué representan. Una fuente de información particularmente provechosa es el libro de Salmos, la colección de poesía sagrada que explora numerosas experiencias humanas e interacciones posibles con Dios: desde el abatimiento por el pecado y el sufrimiento hasta la alegría desbordante en su presencia y sus reiteradas promesas de perdón y salvación.
Una lectura atenta de los Salmos aporta detalles que dan vida al libro de Apocalipsis, especialmente el capítulo 14, donde se describe la obra final de la iglesia remanente de Dios en la Tierra. Se ha encomendado al pueblo de Dios de los últimos días la misma misión que al antiguo Israel: ser luz para las naciones y presentar el último llamado misericordioso a todos los pueblos para que adoren y obedezcan a su Creador.
Algunos detalles contenidos en el libro de Salmos, el himnario de Dios, pueden mostrarnos nuevas formas de entender y apreciar nuestro papel en los momentos finales de la historia de la Tierra.
Citas bíblicas ampliadas:
Hebreos 9: 11-15 — "Pero Cristo, habiendo llegado como sumo sacerdote de los bienes que se han dado, por el más grande y más perfecto tabernáculo, no hecho de manos, es decir, no de esta creación, y no por medio de sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por medio de su propia sangre, entró una sola vez en el Lugar Santísimo, y obtuvo eterna redención. Porque si la sangre de los machos cabríos y de los becerros, y la ceniza de la novilla rociada a los que estaban impuros, santifican para la purificación de la carne, con cuánta más razón la sangre de Cristo, quien mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestra conciencia de obras muertas, para servir al Dios vivo."
Salmo 122 — "Alegraos con Jerusalén, y estad alegres por ti, todos los que te aman. ¡Paz sea dentro de tus muros, y seguridad en tus palacios! Por amor a mis hermanos y amigos, diré: ¡La paz sea contigo! Por amor a la casa de Jehová nuestro Dios, buscaré tu bien."
Salmo 15 — "Señor, ¿quién habitará en tu tabernáculo? ¿Quién morará en tu monte santo? El que anda en integridad y hace justicia, y habla verdad en su corazón; el que no calumnia con su lengua, ni hace mal a su prójimo, ni admite reproche alguno contra su vecino; el que a los que temen a Jehová respeta, aunque jure en daño suyo; el que no presta su dinero a usura, ni acepta soborno contra el inocente."
Salmo 24 — "De Jehová es la tierra y su plenitud; el mundo, y los que en él habitan. Porque él la fundó sobre los mares, y la estableció sobre los ríos. ¿Quién subirá al monte de Jehová? ¿Y quién estará en su lugar santo? El limpio de manos y puro de corazón, el que no ha elevado su alma a cosas vanas, ni ha mentido con engaño."
Éxodo 33: 18-23 — "Entonces Moisés dijo: 'Te ruego que me muestres tu gloria.' Y él respondió: 'Yo haré pasar toda mi bondad delante de ti, y proclamaré delante de ti mi nombre, Jehová. Tendré misericordia de quien tenga misericordia, y seré compasivo para con quien tenga compasión.' Pero añadió: 'No podrás ver mi rostro; porque no me verá hombre, y vivirá.' Y dijo más Jehová: 'He aquí un lugar junto a mí, y estarás allí en la peña. Cuando pase mi gloria, te pondré en una hendidura de la peña, y te cubriré con mi mano hasta que haya pasado. Después quitaré mi mano, y podrás ver mi espalda; mas no podrás ver mi rostro.'"
Salmo 5 — "Escucha, oh Jehová, mis palabras; considera mi gemir. Atiende a la voz de mi clamor, rey mío y Dios mío, porque a ti oraré. Jehová, de mañana oirás mi voz; de mañana me apresentaré delante de ti, y esperaré."
Salmo 51: 7-15 — "Purifícame con hisopo, y seré limpio; lávame, y seré más blanco que la nieve. Hazme oír gozo y alegría, y se recrearán los huesos que has abatido. Esconde tu rostro de mis pecados, y borra todas mis maldades. Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí. No me eches de delante de ti, y no quites de mí tu santo espíritu. Vuélveme el gozo de tu salvación, y espíritu noble me sustente. Entonces enseñaré a los transgresores tus caminos, y los pecadores se convertirán a ti."
Para memorizar
«Entonces miré y vi al Cordero de pie sobre el monte Sion, y con él ciento cuarenta y cuatro mil que tenían el nombre del Cordero y el nombre de su Padre escrito en sus frentes» (Apoc. 14: 1).
Citas bíblicas del estudio de la semana:
Hebreos 9: 11-15
Salmo 122
Salmo 15
Salmo 24
Éxodo 33: 18-23
Salmo 5
Salmo 51: 7-15.
Domingo, Mayo 18
Nuestro sumo sacerdote
Cuando Moisés supervisó la construcción del Tabernáculo, no se le permitió utilizar cualquier diseño, sino el modelo que Dios le mostró: «Y cuida de hacer todo conforme al modelo que te ha sido mostrado en el monte» (Éxodo 25:40). Descubrimos, en el libro de Hebreos, que el modelo utilizado era el de una realidad superior, el Santuario celestial.
Lee Hebreos 9:11 al 15 acerca de Cristo como nuestro Sumo Sacerdote en el Santuario celestial. ¿Qué nos enseña esto acerca de lo que él hace por nosotros?
El Santuario terrenal prefiguraba a Jesús con asombrosa minuciosidad, desde el sacerdote y las ofrendas hasta el mobiliario y otros detalles de diseño. Todo ello hablaba de Jesús.
El libro de Apocalipsis abunda en imágenes del Santuario. Encontramos allí el candelabro en los versículos iniciales, el Arca del Pacto mencionada explícitamente en el capítulo 11:19 y otras numerosas alusiones al Templo. Si no se conoce el Santuario del Antiguo Testamento, es imposible comprender lo que Juan quiere decir con la descripción de sus visiones. Las experiencias de Israel, dice Pablo, «les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, que vivimos en estos tiempos finales» (1 Corintios 10:11, RV95).
Podemos aprender mucho a partir de los detalles del Templo. El libro de Salmos contiene un componente importante en tal sentido, ya que muestra cómo interactuaba el pueblo de Dios con él mediante el Templo y sus servicios. Allí vemos también cómo se relacionaba David con el Santuario y cuál era la respuesta del pueblo de Dios a lo que el Mesías haría por ellos. Además de esos modelos que nos ayudan a entender mejor el ministerio de Jesús, las experiencias de quienes comprendieron lo que Dios enseñaba por medio del Santuario contienen valiosas lecciones para nosotros y para nuestra relación con Dios.
Lee el Salmo 122. Aunque no podemos ir literalmente a esa «casa del Señor» (ya no está allí y no tendría sentido construir otra en la Tierra), ¿qué elementos contiene este salmo que nos animan en relación con lo que Cristo hizo por nosotros? Observa los temas de la paz, la seguridad, la alabanza y el juicio.
Lunes, Mayo 19
En el monte Sion
En Apocalipsis 14 encontramos al pueblo de Dios de pie sobre el monte Sion. Este se encontraba al oeste de lo que hoy se conoce como la Ciudad Vieja en Jerusalén y era considerado la sede del Trono de Dios o de su presencia entre su pueblo. Con el tiempo, el monte Moria, donde estaba el Templo, llegó también a ser identificado como el monte Sion.
En otras palabras, esta importante descripción del remanente de Dios de los últimos días se presenta en el lenguaje característico del Santuario, como la mayoría de las escenas clave de Apocalipsis. Gracias al Cordero, el pueblo de Dios está en el Monte Santo.
Lee los Salmos 15 y 24, donde David hace una pregunta de suma importancia: «¿Quién residirá en tu santo monte?» Compara su respuesta con la descripción que hace Apocalipsis 14:1-5 del pueblo de Dios que está en Sion. ¿Qué paralelismos encuentras? ¿Cómo puede uno unirse a este grupo? ¿Qué significado tiene el hecho de que el nombre del Padre esté escrito en sus frentes? (Apoc. 14:1).
La descripción de aquellos a quienes se permite estar en la presencia de Dios según los Salmos 15 y 24 representa una tarea bastante difícil de cumplir para los simples pecadores. ¿Quién de nosotros puede decir honestamente que siempre ha caminado rectamente o que siempre ha dicho la verdad (Salmo 15:2)? Ninguno de nosotros puede decir que «no caerá jamás» (Salmo 15:5). La Biblia enseña que si decimos que nunca hemos pecado, la verdad no está en nosotros (1 Juan 1:8).
La única conclusión posible a la que podemos llegar es que el Cordero es quien nos permite estar de pie sobre el monte Sion. Aunque el Cordero no es mencionado en esos dos salmos de David, aparece en la descripción de Apocalipsis 14. Da la impresión de que Apocalipsis 14 respondiera a la pregunta de David. Ahora que el Cordero de Dios ocupa su lugar legítimo en el monte Sion, en el Santuario, nosotros también podemos estar allí en virtud de su perfecta justicia acreditada a nosotros por la fe. Podemos tener la «plena seguridad para entrar en el santuario, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne» (Hebreos 10:19-20). Sin su sangre, no habría esperanza para nosotros.
Piensa en todas las promesas bíblicas de victoria sobre el pecado. ¿Por qué, aun con esas promesas, seguimos sin estar a la altura del ejemplo perfecto que Jesús nos ha dado y por qué necesitamos su vida perfecta como sustituto nuestro?
Martes, Mayo 20
La ley en nuestros corazones
El remanente reunido en Sion tiene un nombre escrito en la frente: el del Padre y del Cordero. Puesto que Jesús es la imagen misma del Padre, es dudoso que se trate de dos nombres diferentes. En las Escrituras, un «nombre» no representa una simple designación con la que las personas se dirigen unas a otras, sino el carácter. Aún hoy, en muchas culturas se dice que una persona tiene un «buen nombre» cuando los demás opinan bien de su carácter.
Lee Éxodo 33:18-23; Éxodo 34:1-7; y Salmo 119:55. Cuando Moisés pidió ver la gloria de Dios, ¿cuál fue la respuesta divina? ¿Qué ocurrió luego, cuando Dios proclamó su nombre ante Moisés (Éxodo 34:5-8)?
Éxodo 33:18-23:
"Entonces Moisés dijo: 'Muéstrame, por favor, tu gloria.' Y respondió: 'Haré pasar toda mi bondad delante de ti, y proclamaré delante de ti mi nombre, el Señor; y seré clemente con quien tenga misericordia, y me compadeceré de quien tenga misericordia. Pero no podrás ver mi rostro, porque no me puede ver el hombre y seguir viviendo.' Y dijo el Señor: 'He aquí un lugar junto a mí, y tú estarás sobre la peña. Cuando pase mi gloria, te pondré en una hendidura de la peña, y te cubriré con mi mano hasta que haya pasado. Luego retiraré mi mano, y podrás ver mi espalda; pero mi rostro no será visto.'”
Éxodo 34:1-7:
"Entonces el Señor dijo a Moisés: 'Escribe estas palabras, porque en virtud de estas palabras hago pacto contigo y con Israel.' Y Moisés escribió en una tabla las palabras del Señor. Luego, Moisés se puso de pie allí, delante del Señor, como siempre hacía, y afirmó su presencia en la montaña, y allí estuvo con el Señor cuarenta días y cuarenta noches. No comió pan ni bebió agua, y escribió en tablas las palabras del pacto, los diez mandamientos. Cuando Moisés descendió del monte Sinaí, traía en sus manos las tablas del pacto, y no sabía que su rostro resplandecía por el contacto con Dios."
Salmo 119:55:
"Recuerdo tu nombre en la noche, oh Señor, y guardo tu ley."
Respuesta divina cuando Moisés pidió ver la gloria de Dios:
Dios respondió que no podía mostrarle su rostro, porque ningún hombre puede ver a Dios y vivir, debido a su santidad infinita. Sin embargo, permitió que Moisés viera su espalda, una metáfora de su carácter y su gloria, que son manifestaciones de su justicia, misericordia, amor y santidad. La gloria de Dios es, por tanto, su carácter, y su nombre representa ese carácter.
¿Qué ocurrió cuando Dios proclamó su nombre ante Moisés?
Dios proclamó su carácter, diciendo:
"El Señor, el Señor, Dios misericordioso y clemente, lento para la ira, y grande en misericordia y fidelidad; que guarda misericordia a millares, que perdona la iniquidad, la transgresión y el pecado, que visita la iniquidad de los padres sobre los hijos y sobre los hijos de los hijos, hasta la tercera y cuarta generación." (Éxodo 34:6-7).
Este pasaje revela que el nombre de Dios está intrínsecamente ligado a su carácter: misericordioso, justo, amoroso y lleno de gracia.
Algunos imaginan adecuadamente la gloria de Dios como una luz enceguecedora e inaccesible. No obstante, la gloria divina es más que una simple exhibición visual. Su gloria es su carácter. Lo mismo ocurre con el nombre de Dios, que también representa su carácter.
Cuando la Biblia dice que los integrantes del Remanente tienen el nombre de Dios escrito en sus frentes, no se refiere a una inscripción literal, sino al carácter divino presente en la mente, en el corazón. La vida de ellos refleja el amor y el carácter de Dios como resultado de haber sido atraídos a Dios y de amarlo a causa de quién es y de lo que ha hecho por ellos.
Cuán interesante es también el hecho de que cuando Dios se describe a sí mismo ante Moisés, lo hace en el contexto de entregarle otra copia de los Diez Mandamientos, una transcripción de su carácter. Del mismo modo, quienes tienen el «nombre» de Dios en sus frentes en Apocalipsis 14 son los que «guardan los mandamientos de Dios». Nota lo que dice Hebreos:
"Este es el pacto que haré con ellos, después de esos días –dice el Señor–: Pondré mis leyes en sus corazones y las grabaré en sus mentes. Y nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones." (Hebreos 10:16-17).
¡Qué maravillosa definición del evangelio! Aunque la Ley de Dios se refleja en nuestra vida, todavía necesitamos que nuestros pecados no sean recordados «nunca más».
El nombre de Dios es su carácter. Su ley moral es un trasunto de su carácter. Y aquellos que se reúnen en el monte santo de Dios en los últimos días están imbuidos de un amor por Dios que se pone de manifiesto en la obediencia a su Ley.
Si somos salvos por la fe y no por la Ley, ¿cuál es entonces la importancia de la Ley de Dios? (Ver 1 Juan 5:3).
1 Juan 5:3:
"Porque este es el amor a Dios: que guardemos sus mandamientos; y sus mandamientos no son gravosos."
Miércoles, Mayo 21
Salmo 5
Lee Salmo 5, donde David traza agudos contrastes entre los perdidos y quienes han sido redimidos. Compara el contenido de este salmo con el lenguaje de Apocalipsis 14: 1 al 12. ¿Qué similitudes encuentras y cómo influye esto en tu comprensión de lo que significa formar parte del movimiento remanente de los últimos días creado por Dios?
Nota que David insiste en que el mal «no habitará» con Dios (Sal. 5: 4). El objetivo del Tabernáculo era que Dios pudiera habitar entre su pueblo, algo que Dios también pretende en el caso del reino de Cristo (ver Apoc. 21: 3). Quienes quieran acercarse al Trono de Dios deben ser redimidos.
También es digno de mención que Salmo 5: 7 describe un acto de adoración, que es la cuestión central en juego en el Gran Conflicto. Apocalipsis 13 menciona cinco veces la «adoración», y los mensajes de los tres ángeles llaman al mundo a adorar «al que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas». David dice: «Adoraré hacia el templo de tu santidad en tu temor» (Sal. 5: 7, RVA), y el mensaje del Remanente hace el siguiente llamado al mundo: «¡Teman a Dios y denle gloria, porque ha llegado la hora de su juicio!» (Apoc. 14: 7).
Observa también que «no se halló engaño» en las bocas de los redimidos (Apoc. 14: 5), pues son veraces, y sus palabras y sus acciones reflejan el carácter justo de Dios. Según David, «no hay sinceridad» en la boca de los malvados (Sal. 5: 9).
La escena que Juan presenta en esta parte clave del Apocalipsis es asombrosa: simples pecadores han sido rescatados de la muerte y tienen el privilegio de estar en la presencia de Dios. No han ganado ese derecho, sino que les ha sido concedido porque el Cordero de Dios, el justo Hijo del Hombre, está allí con ellos. Fueron perdonados, están redimidos y ya no tienen que cargar con su propia culpa (comparar con Sal. 5: 10), porque el Cordero de Dios la ha llevado por ellos (comparar con Isa. 53: 12 y 2 Cor. 5: 21).
Cuando el nombre de Dios ha sido escrito en el corazón, es difícil permanecer en silencio. El pueblo de Dios hace un último ofrecimiento de misericordia a «gran voz» (Apoc. 14: 7). «Pero alégrense todos los que en ti confían; den siempre voces de júbilo, porque tú los defiendes. En ti se regocijen los que aman tu nombre» (Sal. 5: 11).
Imagina que estás ante un Dios santo y perfecto en ocasión del Juicio y con todos tus hechos expuestos ante él. ¿Qué te dice esta perspectiva acerca de tu necesidad de la justicia de Cristo?
Citas bíblicas:
Salmo 5
Apocalipsis 14:1-12
Salmo 5: 4
Salmo 5: 7
Apocalipsis 13
Apocalipsis 14: 5
Salmo 5: 9
Salmo 5: 10
Isaías 53: 12
2 Corintios 5: 21
Jueves, Mayo 22
Enseña a los transgresores tu camino
Después de que el Señor apareció a Isaías en la escena de la sala del Trono de Isaías 6: 1 al 8, y después de que se le dijo que su culpa había sido quitada y su pecado perdonado, respondió al llamado de Dios diciendo: «Aquí estoy, envíame a mí» (Isa. 6: 8). Cuando supo que había sido limpiado por Dios, y a pesar de conocer sus faltas, estuvo dispuesto a trabajar para el Señor.
¿No ocurre lo mismo con nosotros? ¿Cómo podemos proclamar la salvación a otros si nosotros mismos no la hemos experimentado? La salvación puede ser nuestra por la fe en Jesús y por lo que él ha hecho por nosotros.
Lee Salmo 51: 7 al 15. ¿Qué promete hacer David después de haber sido perdonado y limpiado de su pecado?
Ser llamado a la presencia de Dios es, en última instancia, ser enviado al mundo con una misión. En su sabiduría, Dios ha comisionado a los redimidos para servir como su vocero principal en favor de un mundo caído. El impacto de su pueblo en la Tierra se hará sentir poderosamente en algún momento. Apocalipsis 18: 1 dice que su llamado final dirigido al planeta caído iluminará el mundo entero.
«Tan pronto como uno acude a Cristo nace en el corazón un vivo deseo de dar a conocer a los demás cuán precioso amigo ha encontrado en el Señor Jesús. La verdad salvadora y santificadora no puede permanecer confinada en el corazón. Si estamos revestidos de la justicia de Cristo y rebosamos de gozo por la presencia de su Espíritu, no podremos quedarnos callados. Si hemos probado y visto que el Señor es bueno, tendremos algo que decir a los demás. Como Felipe cuando encontró al Salvador, invitaremos a otros a que se acerquen a él» (Elena G. de White, El camino a Cristo, pp. 115, 116).
Los mensajes de los tres ángeles de Apocalipsis 14 se basan en el «evangelio eterno» (Apoc. 14: 6). Esto significa que, aun antes de la exhortación a adorar a aquel «que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas» (Apoc. 14: 7), del anuncio de la caída de Babilonia (Apoc. 14: 8) y de la advertencia contra la adoración «a la bestia y a su imagen» (Apoc. 14: 9), se proclama el fundamento del evangelio: la salvación en Jesús. Las advertencias y los mensajes de los tres ángeles no son otra cosa que la esperanza y la confianza que los voceros de esos mensajes tienen en Jesús y en lo que ha hecho por ellos. Fuera del «evangelio eterno», realmente no tenemos nada de valor que decir al mundo.
Medita en el hecho de que, incluso antes del inicio de la proclamación de los mensajes de los tres ángeles, se nos señala el «evangelio eterno». ¿Qué nos dice esto acerca de cuán fundamental es esta verdad para todo lo que creemos?
Citas bíblicas:
Isaías 6: 1-8
Salmo 51: 7-15
Apocalipsis 18: 1
Apocalipsis 14: 6-12
Apocalipsis 14: 7
Apocalipsis 14: 8
Apocalipsis 14: 9
Romanos 8: 34
Viernes, Mayo 23
Para estudiar y meditar
«Los salmos de David pasan por toda la gama de la experiencia humana, desde las profundidades del sentimiento de culpabilidad y condenación de sí hasta la fe más sublime y la más exaltada comunión con Dios. La historia de su vida muestra que el pecado no puede traer sino vergüenza y aflicción, pero que el amor de Dios y su misericordia pueden alcanzar hasta las más hondas profundidades; que la fe elevará el alma arrepentida hasta hacerle compartir la adopción de los hijos de Dios. De todas las promesas que contiene su Palabra, es uno de los testimonios más poderosos en favor de la fidelidad, la justicia y la misericordia del pacto de Dios.[…]
»“Juré a David mi siervo, diciendo […]. Mi mano estará siempre con él; mi brazo también lo fortalecerá. […] Mi fidelidad y mi misericordia estarán con él y en mi nombre será exaltado su poder. Asimismo pondré su mano sobre el mar y sobre los ríos su diestra. Él clamará a mí, diciendo: ‘Mi padre eres tú, mi Dios, y la roca de mi salvación’. Yo también lo pondré por primogénito, el más excelso de los reyes de la tierra. Para siempre le aseguraré mi misericordia y mi pacto será firme con él. Estableceré su descendencia para siempre y su trono como los días de los cielos” (Sal. 89: 3, 21-29)» (Elena G. de White, Patriarcas y profetas, pp. 745, 746).
Preguntas para dialogar:
La humanidad ha fracasado miserablemente en cuanto a cumplir su parte en los pactos hechos con Dios. A pesar de algunos grandes errores, David, el «hombre según el corazón de Dios», fue utilizado poderosamente para comunicarnos los términos de nuestra salvación. ¿En qué sentido David prefigura a Jesús, quien sí fue perfectamente fiel al pacto de Dios en nuestro favor? ¿Por qué lo que Jesús hizo por nosotros es nuestra única esperanza?
¿Qué pasajes de los Salmos han sido especialmente útiles o significativos para ti por reflejar el tipo de experiencias que has vivido?
¿Por qué los Salmos se refieren con tanta frecuencia al Templo? ¿Qué podemos aprender del amor que David sentía por el Santuario? ¿Cómo puede esto ayudarnos a apreciar lo que Jesús significa para nosotros como nuestro Sumo Sacerdote celestial, «que además está a la diestra de Dios e intercede por nosotros» (Romanos 8: 34)? ¿Por qué, incluso como redimidos, necesitamos que Cristo interceda por nosotros en el Cielo?
Sobre la base de la cita anterior de Elena G. de White, ¿cuál ha sido tu experiencia? Es decir, ¿cómo ha elevado Dios tu «alma arrepentida para participar de la adopción de los hijos de Dios» después de la «vergüenza y la aflicción» del pecado?
Citas bíblicas:
Salmo 89: 3, 21-29
Romanos 8: 34
Explora un recorrido temático por los eventos clave de la historia de Israel, desde las plagas de Egipto hasta la construcción del Tabernáculo, con el objetivo de extraer lecciones prácticas y espirituales aplicables a la vida del creyente de hoy. Este estudio bíblico en PDF y en línea busca mostrar cómo la historia de Israel sirve como advertencia e instrucción, permitiendo comprender y aplicar sus principios espirituales en nuestra vida cotidiana. Incluye una introducción y trece lecciones detalladas: desde la opresión y el nacimiento de Moisés, pasando por la zarza ardiente, las plagas, la Pascua, la apertura del Mar Rojo, hasta el Pan y el Agua de Vida, el pacto en el Sinaí, cómo vivir la Ley, la apostasía e intercesión, la petición de ver la gloria de Dios, y finalmente, la construcción del Tabernáculo. Cada lección está disponible en PDF y en línea, facilitando el estudio personal, grupal o en clases bíblicas. Aprovecha estos recursos gratuitos para profundizar en la historia bíblica, fortalecer tu fe y entender cómo los principios de Israel pueden guiar y transformar tu vida espiritual hoy.
Lección 12: Para el 20 de septiembre de 2025
“TE RUEGO QUE ME MUESTRES TU GLORIA”
Sábado 13 de septiembre
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA:
Éxodo 33:7-34:35; Deuteronomio 18:15, 18; Juan 17:3; Romanos 2:4; Juan 3:16; 2 Corintios 3:18.
PARA MEMORIZAR: “El Señor pasó ante Moisés y proclamó: ‘¡Señor! ¡Señor! ¡Dios compasivo y bondadoso, lento para la ira, y grande en amor y fidelidad! Que mantiene su invariable amor a millares, que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado, y no da por inocente al culpable; que castiga la iniquidad de los padres en los hijos y los nietos hasta la tercera y cuarta generación’ ” (Éxo. 34:6, 7).
Todos necesitamos crecer en nuestra experiencia personal con Dios. El apóstol Pedro exhorta: “Crezcan en la gracia y en el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo” (2 Ped. 3:18). Estamos diariamente en la universidad de Dios, donde no hay graduación, sino un constante proceso de aprendizaje. Puedes ser perfecto en cada etapa de tu desarrollo si permites que Dios te moldee a imagen de Cristo para convertirte en la persona que quiere que seas. Piensa en una escuela. Si los alumnos de primer grado aprenden a leer y a contar hasta 100, reciben una calificación aprobatoria porque su conocimiento es perfecto en esa etapa de su desarrollo. Sin embargo, si se detectara solo ese mismo nivel de conocimiento en un estudiante de secundaria, eso indicaría un fracaso colosal en su educación. Algo similar ocurre con nuestro crecimiento en la gracia y el conocimiento de Dios. En cada etapa de nuestro desarrollo, podemos ser tan perfectos en nuestra esfera como Cristo lo fue en la suya. Esta semana estudiaremos cómo fue creciendo Moisés en su experiencia con el Señor como resultado de conocer y seguir las instrucciones de Dios.
Domingo 14 de septiembre
LA TIENDA DE REUNIÓN
Lee Éxodo 33:7 al 11. ¿Por qué pidió Dios a Moisés que hiciera la tienda de reunión? No debemos confundir “la tienda de reunión” (ubicada fuera del campamento de Israel) con el Tabernáculo, que fue construido más tarde y colocado en el centro del campamento. No sabemos con qué frecuencia consultaba Moisés a Dios en la tienda de reunión. Sin embargo, sabemos con certeza que los encuentros de Moisés con Dios dieron lugar a una estrecha amistad entre ellos. “Y el Señor hablaba con Moisés cara a cara, como quien habla con su amigo” (Éxo. 33:11).
Un amigo es una persona cuya opinión podemos solicitar y con la que podemos hablar abiertamente de casi todo y confiar en que nunca revelará el contenido de nuestro diálogo a otros. La amistad es una de las mayores bendiciones que podemos disfrutar de parte de alguien y brindar a otros. La historia de Moisés, registrada en Éxodo 19 a 34, resulta muy instructiva acerca de cómo transforma Dios nuestra vida. ¿Cómo construyó Dios una relación con Moisés, ese líder excepcional? Un estudio de la vida de este muestra cómo creció en su conocimiento del poder, el amor y el carácter de Dios. Este es un componente crucial de una relación con el Señor. Moisés fue utilizado poderosamente por Dios aun antes de llegar al monte Sinaí, incluso mientras era preparado para su futuro papel especial de liderazgo.
En la tierra de Madián, mientras cuidaba ovejas, Dios lo inspiró para escribir dos libros: Job y Génesis. Luego, en el dramático acontecimiento de la zarza ardiente, fue llamado por Dios para sacar a Israel de Egipto. Vio la derrota de los dioses egipcios y del poderoso ejército del faraón en el Mar Rojo. Observó durante muchas semanas cómo Dios conducía a Israel desde Egipto hasta el Sinaí. Después de la experiencia que resultó en el resplandor de su rostro, Moisés guio a Israel durante otros 39 años hasta los límites de la Tierra Prometida.
La Biblia afirma que Moisés fue un siervo fiel de Dios (Deut. 34:5; Jos. 1:1), un faro inextinguible en la oscuridad, un profeta modelo a la luz del cual habrían de ser medidos los demás (Deut. 18:15, 18). Fue un agente de cambio, aunque el pueblo no siempre siguiera sus indicaciones y sus palabras. Cuando lo hacían, prosperaban. La excepcional historia de Moisés nos muestra lo que Dios puede hacer cuando le permitimos que nos transforme. ¿Cuáles fueron algunos momentos decisivos de tu experiencia con Dios en los que reconociste la forma en que él obró poderosamente en tu vida?
Lunes 15 de septiembre |
PARA QUE TE CONOZCA
Lee Éxodo 33:12 al 17. ¿Qué pidió Moisés al Señor? ¿Por qué requirió que la presencia de Dios los guiara? El crecimiento de Moisés en el Señor fue constante. Se acercaba cada vez más al Señor y procuraba asemejarse a él. Cierto día, mientras conversaba con Dios en la tienda del encuentro, Moisés se dio cuenta de que no lo conocía y le dijo concretamente: “Te ruego que me muestres tu camino, para que te conozca” (Éxo. 33:13). Él era consciente de su profunda necesidad de comprender a Dios en un nuevo nivel.
Descubrió que cuanto más conocía al Señor más lo desconocía. Reconoció su necesidad y deseó de todo corazón conocerlo mejor. Dios concedió de buen grado el deseo de Moisés. Al observar las experiencias de Moisés hasta ahora, vemos que fue atraído a una relación más profunda e íntima con el Señor y que creció espiritualmente. Para empezar, subió al monte “a presentarse ante Dios” (Éxo. 19:3). Luego fue “a la cumbre del monte” (Éxo. 19:20) y después se acercó a la nube, “la densa oscuridad” en la que Dios se encontraba (Éxo. 20:21, NVI).
En otra ocasión, Moisés “se internó en la nube” donde estaba Dios y permaneció con el Señor cuarenta días y cuarenta noches (Éxo. 24:18, NVI). Durante ese tiempo, Dios hizo a Moisés dos preciosos regalos: (1) el Decálogo, escrito por Dios mismo en las dos tablas cinceladas también por él (Éxo. 24:12), y (2) las instrucciones acerca de cómo construir el Tabernáculo y dotarlo del mobiliario correspondiente (ver Éxo. 25-31). Luego pasó otros cuarenta días y noches con el Señor intercediendo por los pecadores (Éxo. 32:30-32; Deut. 9:18).
Sin embargo, incluso después de todo esto, Moisés deseaba conocer el carácter de Dios de forma más concreta, y Dios pronto le dio una visión especial para que pudiera comprender quién es él. Este conocimiento que Moisés deseaba no era una mera comprensión intelectual acerca de Dios, sino un conocimiento vivencial de su persona. No es de extrañar que siglos más tarde Jesús dijera: “Y esta es la vida eterna, que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien tú has enviado” (Juan 17:3). La máxima revelación que Dios hizo de sí mismo a los seres humanos consistió en hacerse uno de ellos. ¿Conoces a Dios, o solo sabes acerca de él? ¿Cuál es la diferencia crucial entre ambas cosas?
Martes 16 de septiembre
“TE RUEGO QUE ME MUESTRES TU GLORIA”
Tras la apostasía con el becerro de oro, Moisés intercedió por el pueblo de Dios y quiso tener la seguridad de que el Señor seguiría conduciéndolos a la Tierra Prometida. En lo más profundo de su ser, también deseaba conocer mejor al Señor. Lee Éxodo 33:18 al 23. ¿Cómo respondió Dios a la petición de Moisés de ver su gloria? “Te ruego que me muestres tu gloria”, pidió Moisés al Señor. En su misericordia, el Señor le reveló su gloria. Sin embargo, al responder a la petición de Moisés, Dios prometió mostrarle su “bondad”.
Se puede concluir con seguridad que la gloria de Dios es su bondad; es decir, su carácter (ver también Elena de White, Los hechos de los apóstoles, p. 476; Palabras de vida del gran Maestro, p. 342; Profetas y reyes, p. 232). “La gloria de Dios consiste en otorgar su poder a sus hijos. Desea ver a los hombres alcanzar la más alta norma” (Elena de White, Los hechos de los apóstoles, p. 438). Su gloria es abrazar a los pecadores arrepentidos (ver Profetas y reyes, p. 493) y proveer todo lo necesario para la transformación de ellos. Al mismo tiempo, es nuestra “gloria” revelar su carácter en nuestra vida y darlo a conocer a los demás.
Este reflejo del carácter de Dios, su bondad, amabilidad y tierno amor, debe verse en nuestras acciones. De esta manera, tenemos la oportunidad de ser no solo una bendición para el mundo, sino una luz resplandeciente para el universo que nos observa. Como dice Pablo: “Porque pienso que Dios nos asignó a nosotros los apóstoles el último lugar, como a sentenciados a muerte. Hemos llegado a ser un espectáculo para todo el universo, tanto para los ángeles como para los hombres” (1 Cor. 4:9).
Esta dimensión cósmica da a nuestra vida y a nuestro servicio un sentido y una finalidad que apenas podemos imaginar. En Romanos 2:4, Pablo dice que la bondad de Dios nos “guía al arrepentimiento”. Es decir, son la bondad y el carácter señaladas por el Espíritu Santo los que convencen a las personas de su pecaminosidad y de su necesidad de salvación. De hecho, cuando miramos a la cruz y sabemos quién estaba allí (el Señor mismo) y por qué estaba allí –porque nos ama y porque esa era la única manera de salvarnos–, tenemos la mayor revelación posible de su bondad y su carácter. ¿Cuánto tiempo dedicas a concentrarte en la cruz y en lo que ella te dice acerca del carácter de Dios?
Miércoles 17 de septiembre
DIOS SE REVELA
Lee Éxodo 34:1 al 28. ¿Cómo reveló Dios su gloria a Moisés? Moisés tenía que llevar consigo dos tablas de piedra como las que había roto (Éxo. 32:19). Iba a encontrarse con el Señor en el monte Sinaí por séptima vez. Sus ascensiones anteriores son mencionadas en los siguientes textos: (1) Éxo. 19:3, 7; (2) Éxo. 19:8, 14; (3) Éxo. 19:20, 25; (4) Éxo. 20:21; 24:3; (5) Éxo. 24:9, 12-18; 32:15; (6) Éxo. 32:30, 31.
Moisés comenzó su ascenso por la mañana temprano. Moisés ya estaba preparado para esta gloriosa visión del carácter divino, cuya belleza resulta más clara aún en virtud de esta impresionante revelación que el Señor hizo de sí mismo, la más importante descripción de quién es Dios, el hilo de oro entretejido en toda la Biblia (Núm. 14:18; Neh. 9:17; Sal. 103:8; Joel 2:13; Jon. 4:2).
La proclamación hecha aquí por el Señor es el Juan 3:16 del Antiguo Testamento. Los escritores bíblicos aplican, repiten o amplían en lugares cruciales esta autoproclamación del Dios vivo, pues es necesario que su carácter sea correctamente entendido. Cuando Moisés recibió la excepcional, inaudita e incomparable explicación del nombre de Dios, se postró y adoró al Señor. Cuando vislumbramos el amor, la gracia, la misericordia, la compasión, la bondad, la fidelidad, el perdón, la santidad y la justicia de Dios, también nos sentimos atraídos por él. Cuando vemos y admiramos sus cualidades excepcionales, comenzamos a experimentar un amor hacia él que hace nacer en nosotros el deseo de servirlo y serle obedientes. Puesto que él nos ama, nosotros también lo amamos (1 Juan 4:19).
En esta revelación de sí mismo, Dios asegura a Moisés que realizará hechos maravillosos en favor de su pueblo y que lo conducirá a la Tierra Prometida. Renueva además el pacto con ellos, prometiendo que otras naciones verán su majestad y su obra asombrosa. “Voy a concertar un pacto. Ante todo el pueblo haré maravillas nunca hechas en toda la tierra, en ninguna nación. Y todo el pueblo que te rodea verá la tremenda obra que yo, el Señor, haré por medio de ti” (Éxo. 34:10). Sin embargo, los israelitas debían obedecer a Dios y seguir diez estipulaciones claras para asegurar su prosperidad. Entonces Dios pidió a Moisés que escribiera el contenido de ese pacto previamente roto (Éxo. 34:27, 28).
Jueves 18 de septiembre
EL ROSTRO RADIANTE DE MOISÉS
Lee Éxodo 34:29 al 35. ¿Por qué resplandecía el rostro de Moisés? Moisés descendió al campamento de Israel con su rostro radiante después de que Dios le revelara su carácter amoroso. ¿Era Moisés consciente de ese fenómeno? En absoluto. Cuanto más cerca está uno del Señor, más consciente es de sus imperfecciones en comparación con la santidad de Dios. ¿Qué hizo resplandecer el rostro de Moisés? No fue el simple hecho de estar en la presencia de Dios, ya que había estado antes en varias ocasiones con él sin que ocurriera ese fenómeno.
Moisés fue transformado, y su rostro resplandeció cuando comprendió la bondad y la amabilidad de Dios, y fue completamente receptivo a él en respuesta a la belleza del carácter divino. Nuestros corazones y mentes pueden experimentar un cambio cuando nos rendimos a Dios y le permitimos ser el Señor y Rey de nuestra vida. Lee 2 Corintios 3:18. ¿Cómo puede Jesús transformarte gradualmente a su imagen? Pablo compara el rostro resplandeciente de Moisés con Jesucristo y dice que la gloria de este (en quien se personificaron la Ley y la gracia de Dios) supera la gloria de la Ley dada por medio de Moisés.
Cristo y su Ley solo pueden grabarse en nuestro carácter cuando fijamos los ojos en él (Heb. 3:1; 12:2) y en virtud del poder del Espíritu de Dios (2 Cor. 3:12-18). Moisés es un modelo que demuestra lo que Dios puede hacer por nosotros cuando le permitimos que transforme nuestro carácter y nos moldee a su imagen divina. A esto se refiere Pablo cuando habla de andar en la “nueva vida” (Rom. 6:4). ¿Qué áreas de tu carácter necesitan reflejar mejor el de Dios? Probablemente todas, ¿verdad? Sin embargo, ¿cómo puede darte ánimo y seguridad de salvación el hecho de centrarte en la cruz y en lo que ella significa?
Viernes 19 de septiembre |
PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:
Lee cuidadosamente el capítulo titulado “La idolatría en el Sinaí” en el libro Patriarcas y profetas, de Elena de White, pp. 337-341. Cierto día sombrío, un padre y su hijo pequeño visitaron una catedral. Mientras contemplaban las vitrinas con bellas representaciones de escenas bíblicas, el sol comenzó de pronto a reflejarse intensamente en el rostro de los personajes, haciéndolos relucir de manera impresionante. El niño dijo entonces a su padre: “Papá, ¿quiénes son estas personas?” El padre no sabía mucho acerca del cristianismo, de Cristo o de sus discípulos, pero contestó rápidamente: “Esas personas son cristianos”.
La deslumbrante imagen quedó registrada en la mente del pequeño. Tiempo después, el profesor del niño preguntó en clase: “Niños, ¿saben quiénes son los cristianos?” El pequeño recordó la radiante imagen de la catedral y contestó: “Los cristianos son gente que brilla”. En la misma línea, Jesús dijo a sus seguidores: “Así alumbre la luz de ustedes ante los hombres, para que vean sus obras buenas y glorifiquen a su Padre que está en el cielo” (Mat. 5:16). Solo quienes brillan a causa de Dios y para él pueden ser agentes de cambio.
PREGUNTAS PARA DIALOGAR:
1. “Si nos humilláramos delante de Dios, si fuéramos bondadosos, corteses, compasivos y piadosos, habría cien conversiones a la verdad donde ahora hay una sola” (Elena de White, Testimonios para la iglesia, t. 9, p. 152). ¿Qué poderoso mensaje hay aquí para nosotros acerca de cómo nuestro carácter, nuestras acciones y nuestras actitudes influyen en nuestro testimonio?
2. Éxodo 34:6 y 7 es llamado con razón el Juan 3:16 del Antiguo Testamento. ¿Por qué?
3. ¿Cómo puedes explicar la belleza del carácter divino sobre la base de la revelación registrada en Éxodo 34:6 y 7 a quienes te preguntan quién es tu Dios?
4. Dialoguen en la clase acerca del impacto hecho por el carácter y las acciones de las personas verdaderamente cristianas en nuestra experiencia con el Señor. Es decir, ¿cómo han influido en nosotros quienes fueron amables, gentiles, humildes y misericordiosos? Por otra parte, ¿qué impacto han tenido los “cristianos” poco amables, implacables y arrogantes en nuestra experiencia espiritual?