Lee para el estudio de esta semana:
Hebreos 9: 11-15; Salmo 122; Salmo 15; Salmo 24; Éxodo 33: 18-23; Salmo 5; Salmo 51: 7-15.
Para memorizar
«Entonces miré y vi al Cordero de pie sobre el monte Sion, y con él ciento cuarenta y cuatro mil que tenían el nombre del Cordero y el nombre de su Padre escrito en sus frentes» (Apoc. 14: 1).
Como adventistas del séptimo día, estamos acostumbrados a buscar los símbolos del Apocalipsis en el Antiguo Testamento para entender qué representan. Una fuente de información particularmente provechosa es el libro de Salmos, la colección de poesía sagrada que explora numerosas experiencias humanas e interacciones posibles con Dios: desde el abatimiento por el pecado y el sufrimiento hasta la alegría desbordante en su presencia y sus reiteradas promesas de perdón y salvación.
Una lectura atenta de los Salmos aporta detalles que dan vida al libro de Apocalipsis, especialmente el capítulo 14, donde se describe la obra final de la iglesia remanente de Dios en la Tierra. Se ha encomendado al pueblo de Dios de los últimos días la misma misión que al antiguo Israel: ser luz para las naciones y presentar el último llamado misericordioso a todos los pueblos para que adoren y obedezcan a su Creador.
Algunos detalles contenidos en el libro de Salmos, el himnario de Dios, pueden mostrarnos nuevas formas de entender y apreciar nuestro papel en los momentos finales de la historia de la Tierra.
Citas bíblicas ampliadas:
Hebreos 9: 11-15 — "Pero Cristo, habiendo llegado como sumo sacerdote de los bienes que se han dado, por el más grande y más perfecto tabernáculo, no hecho de manos, es decir, no de esta creación, y no por medio de sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por medio de su propia sangre, entró una sola vez en el Lugar Santísimo, y obtuvo eterna redención. Porque si la sangre de los machos cabríos y de los becerros, y la ceniza de la novilla rociada a los que estaban impuros, santifican para la purificación de la carne, con cuánta más razón la sangre de Cristo, quien mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestra conciencia de obras muertas, para servir al Dios vivo."
Salmo 122 — "Alegraos con Jerusalén, y estad alegres por ti, todos los que te aman. ¡Paz sea dentro de tus muros, y seguridad en tus palacios! Por amor a mis hermanos y amigos, diré: ¡La paz sea contigo! Por amor a la casa de Jehová nuestro Dios, buscaré tu bien."
Salmo 15 — "Señor, ¿quién habitará en tu tabernáculo? ¿Quién morará en tu monte santo? El que anda en integridad y hace justicia, y habla verdad en su corazón; el que no calumnia con su lengua, ni hace mal a su prójimo, ni admite reproche alguno contra su vecino; el que a los que temen a Jehová respeta, aunque jure en daño suyo; el que no presta su dinero a usura, ni acepta soborno contra el inocente."
Salmo 24 — "De Jehová es la tierra y su plenitud; el mundo, y los que en él habitan. Porque él la fundó sobre los mares, y la estableció sobre los ríos. ¿Quién subirá al monte de Jehová? ¿Y quién estará en su lugar santo? El limpio de manos y puro de corazón, el que no ha elevado su alma a cosas vanas, ni ha mentido con engaño."
Éxodo 33: 18-23 — "Entonces Moisés dijo: 'Te ruego que me muestres tu gloria.' Y él respondió: 'Yo haré pasar toda mi bondad delante de ti, y proclamaré delante de ti mi nombre, Jehová. Tendré misericordia de quien tenga misericordia, y seré compasivo para con quien tenga compasión.' Pero añadió: 'No podrás ver mi rostro; porque no me verá hombre, y vivirá.' Y dijo más Jehová: 'He aquí un lugar junto a mí, y estarás allí en la peña. Cuando pase mi gloria, te pondré en una hendidura de la peña, y te cubriré con mi mano hasta que haya pasado. Después quitaré mi mano, y podrás ver mi espalda; mas no podrás ver mi rostro.'"
Salmo 5 — "Escucha, oh Jehová, mis palabras; considera mi gemir. Atiende a la voz de mi clamor, rey mío y Dios mío, porque a ti oraré. Jehová, de mañana oirás mi voz; de mañana me apresentaré delante de ti, y esperaré."
Salmo 51: 7-15 — "Purifícame con hisopo, y seré limpio; lávame, y seré más blanco que la nieve. Hazme oír gozo y alegría, y se recrearán los huesos que has abatido. Esconde tu rostro de mis pecados, y borra todas mis maldades. Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí. No me eches de delante de ti, y no quites de mí tu santo espíritu. Vuélveme el gozo de tu salvación, y espíritu noble me sustente. Entonces enseñaré a los transgresores tus caminos, y los pecadores se convertirán a ti."
Para memorizar
«Entonces miré y vi al Cordero de pie sobre el monte Sion, y con él ciento cuarenta y cuatro mil que tenían el nombre del Cordero y el nombre de su Padre escrito en sus frentes» (Apoc. 14: 1).
Citas bíblicas del estudio de la semana:
Hebreos 9: 11-15
Salmo 122
Salmo 15
Salmo 24
Éxodo 33: 18-23
Salmo 5
Salmo 51: 7-15.
Domingo, Mayo 18
Nuestro sumo sacerdote
Cuando Moisés supervisó la construcción del Tabernáculo, no se le permitió utilizar cualquier diseño, sino el modelo que Dios le mostró: «Y cuida de hacer todo conforme al modelo que te ha sido mostrado en el monte» (Éxodo 25:40). Descubrimos, en el libro de Hebreos, que el modelo utilizado era el de una realidad superior, el Santuario celestial.
Lee Hebreos 9:11 al 15 acerca de Cristo como nuestro Sumo Sacerdote en el Santuario celestial. ¿Qué nos enseña esto acerca de lo que él hace por nosotros?
El Santuario terrenal prefiguraba a Jesús con asombrosa minuciosidad, desde el sacerdote y las ofrendas hasta el mobiliario y otros detalles de diseño. Todo ello hablaba de Jesús.
El libro de Apocalipsis abunda en imágenes del Santuario. Encontramos allí el candelabro en los versículos iniciales, el Arca del Pacto mencionada explícitamente en el capítulo 11:19 y otras numerosas alusiones al Templo. Si no se conoce el Santuario del Antiguo Testamento, es imposible comprender lo que Juan quiere decir con la descripción de sus visiones. Las experiencias de Israel, dice Pablo, «les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, que vivimos en estos tiempos finales» (1 Corintios 10:11, RV95).
Podemos aprender mucho a partir de los detalles del Templo. El libro de Salmos contiene un componente importante en tal sentido, ya que muestra cómo interactuaba el pueblo de Dios con él mediante el Templo y sus servicios. Allí vemos también cómo se relacionaba David con el Santuario y cuál era la respuesta del pueblo de Dios a lo que el Mesías haría por ellos. Además de esos modelos que nos ayudan a entender mejor el ministerio de Jesús, las experiencias de quienes comprendieron lo que Dios enseñaba por medio del Santuario contienen valiosas lecciones para nosotros y para nuestra relación con Dios.
Lee el Salmo 122. Aunque no podemos ir literalmente a esa «casa del Señor» (ya no está allí y no tendría sentido construir otra en la Tierra), ¿qué elementos contiene este salmo que nos animan en relación con lo que Cristo hizo por nosotros? Observa los temas de la paz, la seguridad, la alabanza y el juicio.
Lunes, Mayo 19
En el monte Sion
En Apocalipsis 14 encontramos al pueblo de Dios de pie sobre el monte Sion. Este se encontraba al oeste de lo que hoy se conoce como la Ciudad Vieja en Jerusalén y era considerado la sede del Trono de Dios o de su presencia entre su pueblo. Con el tiempo, el monte Moria, donde estaba el Templo, llegó también a ser identificado como el monte Sion.
En otras palabras, esta importante descripción del remanente de Dios de los últimos días se presenta en el lenguaje característico del Santuario, como la mayoría de las escenas clave de Apocalipsis. Gracias al Cordero, el pueblo de Dios está en el Monte Santo.
Lee los Salmos 15 y 24, donde David hace una pregunta de suma importancia: «¿Quién residirá en tu santo monte?» Compara su respuesta con la descripción que hace Apocalipsis 14:1-5 del pueblo de Dios que está en Sion. ¿Qué paralelismos encuentras? ¿Cómo puede uno unirse a este grupo? ¿Qué significado tiene el hecho de que el nombre del Padre esté escrito en sus frentes? (Apoc. 14:1).
La descripción de aquellos a quienes se permite estar en la presencia de Dios según los Salmos 15 y 24 representa una tarea bastante difícil de cumplir para los simples pecadores. ¿Quién de nosotros puede decir honestamente que siempre ha caminado rectamente o que siempre ha dicho la verdad (Salmo 15:2)? Ninguno de nosotros puede decir que «no caerá jamás» (Salmo 15:5). La Biblia enseña que si decimos que nunca hemos pecado, la verdad no está en nosotros (1 Juan 1:8).
La única conclusión posible a la que podemos llegar es que el Cordero es quien nos permite estar de pie sobre el monte Sion. Aunque el Cordero no es mencionado en esos dos salmos de David, aparece en la descripción de Apocalipsis 14. Da la impresión de que Apocalipsis 14 respondiera a la pregunta de David. Ahora que el Cordero de Dios ocupa su lugar legítimo en el monte Sion, en el Santuario, nosotros también podemos estar allí en virtud de su perfecta justicia acreditada a nosotros por la fe. Podemos tener la «plena seguridad para entrar en el santuario, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne» (Hebreos 10:19-20). Sin su sangre, no habría esperanza para nosotros.
Piensa en todas las promesas bíblicas de victoria sobre el pecado. ¿Por qué, aun con esas promesas, seguimos sin estar a la altura del ejemplo perfecto que Jesús nos ha dado y por qué necesitamos su vida perfecta como sustituto nuestro?
Martes, Mayo 20
La ley en nuestros corazones
El remanente reunido en Sion tiene un nombre escrito en la frente: el del Padre y del Cordero. Puesto que Jesús es la imagen misma del Padre, es dudoso que se trate de dos nombres diferentes. En las Escrituras, un «nombre» no representa una simple designación con la que las personas se dirigen unas a otras, sino el carácter. Aún hoy, en muchas culturas se dice que una persona tiene un «buen nombre» cuando los demás opinan bien de su carácter.
Lee Éxodo 33:18-23; Éxodo 34:1-7; y Salmo 119:55. Cuando Moisés pidió ver la gloria de Dios, ¿cuál fue la respuesta divina? ¿Qué ocurrió luego, cuando Dios proclamó su nombre ante Moisés (Éxodo 34:5-8)?
Éxodo 33:18-23:
"Entonces Moisés dijo: 'Muéstrame, por favor, tu gloria.' Y respondió: 'Haré pasar toda mi bondad delante de ti, y proclamaré delante de ti mi nombre, el Señor; y seré clemente con quien tenga misericordia, y me compadeceré de quien tenga misericordia. Pero no podrás ver mi rostro, porque no me puede ver el hombre y seguir viviendo.' Y dijo el Señor: 'He aquí un lugar junto a mí, y tú estarás sobre la peña. Cuando pase mi gloria, te pondré en una hendidura de la peña, y te cubriré con mi mano hasta que haya pasado. Luego retiraré mi mano, y podrás ver mi espalda; pero mi rostro no será visto.'”
Éxodo 34:1-7:
"Entonces el Señor dijo a Moisés: 'Escribe estas palabras, porque en virtud de estas palabras hago pacto contigo y con Israel.' Y Moisés escribió en una tabla las palabras del Señor. Luego, Moisés se puso de pie allí, delante del Señor, como siempre hacía, y afirmó su presencia en la montaña, y allí estuvo con el Señor cuarenta días y cuarenta noches. No comió pan ni bebió agua, y escribió en tablas las palabras del pacto, los diez mandamientos. Cuando Moisés descendió del monte Sinaí, traía en sus manos las tablas del pacto, y no sabía que su rostro resplandecía por el contacto con Dios."
Salmo 119:55:
"Recuerdo tu nombre en la noche, oh Señor, y guardo tu ley."
Respuesta divina cuando Moisés pidió ver la gloria de Dios:
Dios respondió que no podía mostrarle su rostro, porque ningún hombre puede ver a Dios y vivir, debido a su santidad infinita. Sin embargo, permitió que Moisés viera su espalda, una metáfora de su carácter y su gloria, que son manifestaciones de su justicia, misericordia, amor y santidad. La gloria de Dios es, por tanto, su carácter, y su nombre representa ese carácter.
¿Qué ocurrió cuando Dios proclamó su nombre ante Moisés?
Dios proclamó su carácter, diciendo:
"El Señor, el Señor, Dios misericordioso y clemente, lento para la ira, y grande en misericordia y fidelidad; que guarda misericordia a millares, que perdona la iniquidad, la transgresión y el pecado, que visita la iniquidad de los padres sobre los hijos y sobre los hijos de los hijos, hasta la tercera y cuarta generación." (Éxodo 34:6-7).
Este pasaje revela que el nombre de Dios está intrínsecamente ligado a su carácter: misericordioso, justo, amoroso y lleno de gracia.
Algunos imaginan adecuadamente la gloria de Dios como una luz enceguecedora e inaccesible. No obstante, la gloria divina es más que una simple exhibición visual. Su gloria es su carácter. Lo mismo ocurre con el nombre de Dios, que también representa su carácter.
Cuando la Biblia dice que los integrantes del Remanente tienen el nombre de Dios escrito en sus frentes, no se refiere a una inscripción literal, sino al carácter divino presente en la mente, en el corazón. La vida de ellos refleja el amor y el carácter de Dios como resultado de haber sido atraídos a Dios y de amarlo a causa de quién es y de lo que ha hecho por ellos.
Cuán interesante es también el hecho de que cuando Dios se describe a sí mismo ante Moisés, lo hace en el contexto de entregarle otra copia de los Diez Mandamientos, una transcripción de su carácter. Del mismo modo, quienes tienen el «nombre» de Dios en sus frentes en Apocalipsis 14 son los que «guardan los mandamientos de Dios». Nota lo que dice Hebreos:
"Este es el pacto que haré con ellos, después de esos días –dice el Señor–: Pondré mis leyes en sus corazones y las grabaré en sus mentes. Y nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones." (Hebreos 10:16-17).
¡Qué maravillosa definición del evangelio! Aunque la Ley de Dios se refleja en nuestra vida, todavía necesitamos que nuestros pecados no sean recordados «nunca más».
El nombre de Dios es su carácter. Su ley moral es un trasunto de su carácter. Y aquellos que se reúnen en el monte santo de Dios en los últimos días están imbuidos de un amor por Dios que se pone de manifiesto en la obediencia a su Ley.
Si somos salvos por la fe y no por la Ley, ¿cuál es entonces la importancia de la Ley de Dios? (Ver 1 Juan 5:3).
1 Juan 5:3:
"Porque este es el amor a Dios: que guardemos sus mandamientos; y sus mandamientos no son gravosos."
Miércoles, Mayo 21
Salmo 5
Lee Salmo 5, donde David traza agudos contrastes entre los perdidos y quienes han sido redimidos. Compara el contenido de este salmo con el lenguaje de Apocalipsis 14: 1 al 12. ¿Qué similitudes encuentras y cómo influye esto en tu comprensión de lo que significa formar parte del movimiento remanente de los últimos días creado por Dios?
Nota que David insiste en que el mal «no habitará» con Dios (Sal. 5: 4). El objetivo del Tabernáculo era que Dios pudiera habitar entre su pueblo, algo que Dios también pretende en el caso del reino de Cristo (ver Apoc. 21: 3). Quienes quieran acercarse al Trono de Dios deben ser redimidos.
También es digno de mención que Salmo 5: 7 describe un acto de adoración, que es la cuestión central en juego en el Gran Conflicto. Apocalipsis 13 menciona cinco veces la «adoración», y los mensajes de los tres ángeles llaman al mundo a adorar «al que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas». David dice: «Adoraré hacia el templo de tu santidad en tu temor» (Sal. 5: 7, RVA), y el mensaje del Remanente hace el siguiente llamado al mundo: «¡Teman a Dios y denle gloria, porque ha llegado la hora de su juicio!» (Apoc. 14: 7).
Observa también que «no se halló engaño» en las bocas de los redimidos (Apoc. 14: 5), pues son veraces, y sus palabras y sus acciones reflejan el carácter justo de Dios. Según David, «no hay sinceridad» en la boca de los malvados (Sal. 5: 9).
La escena que Juan presenta en esta parte clave del Apocalipsis es asombrosa: simples pecadores han sido rescatados de la muerte y tienen el privilegio de estar en la presencia de Dios. No han ganado ese derecho, sino que les ha sido concedido porque el Cordero de Dios, el justo Hijo del Hombre, está allí con ellos. Fueron perdonados, están redimidos y ya no tienen que cargar con su propia culpa (comparar con Sal. 5: 10), porque el Cordero de Dios la ha llevado por ellos (comparar con Isa. 53: 12 y 2 Cor. 5: 21).
Cuando el nombre de Dios ha sido escrito en el corazón, es difícil permanecer en silencio. El pueblo de Dios hace un último ofrecimiento de misericordia a «gran voz» (Apoc. 14: 7). «Pero alégrense todos los que en ti confían; den siempre voces de júbilo, porque tú los defiendes. En ti se regocijen los que aman tu nombre» (Sal. 5: 11).
Imagina que estás ante un Dios santo y perfecto en ocasión del Juicio y con todos tus hechos expuestos ante él. ¿Qué te dice esta perspectiva acerca de tu necesidad de la justicia de Cristo?
Citas bíblicas:
Salmo 5
Apocalipsis 14:1-12
Salmo 5: 4
Salmo 5: 7
Apocalipsis 13
Apocalipsis 14: 5
Salmo 5: 9
Salmo 5: 10
Isaías 53: 12
2 Corintios 5: 21
Jueves, Mayo 22
Enseña a los transgresores tu camino
Después de que el Señor apareció a Isaías en la escena de la sala del Trono de Isaías 6: 1 al 8, y después de que se le dijo que su culpa había sido quitada y su pecado perdonado, respondió al llamado de Dios diciendo: «Aquí estoy, envíame a mí» (Isa. 6: 8). Cuando supo que había sido limpiado por Dios, y a pesar de conocer sus faltas, estuvo dispuesto a trabajar para el Señor.
¿No ocurre lo mismo con nosotros? ¿Cómo podemos proclamar la salvación a otros si nosotros mismos no la hemos experimentado? La salvación puede ser nuestra por la fe en Jesús y por lo que él ha hecho por nosotros.
Lee Salmo 51: 7 al 15. ¿Qué promete hacer David después de haber sido perdonado y limpiado de su pecado?
Ser llamado a la presencia de Dios es, en última instancia, ser enviado al mundo con una misión. En su sabiduría, Dios ha comisionado a los redimidos para servir como su vocero principal en favor de un mundo caído. El impacto de su pueblo en la Tierra se hará sentir poderosamente en algún momento. Apocalipsis 18: 1 dice que su llamado final dirigido al planeta caído iluminará el mundo entero.
«Tan pronto como uno acude a Cristo nace en el corazón un vivo deseo de dar a conocer a los demás cuán precioso amigo ha encontrado en el Señor Jesús. La verdad salvadora y santificadora no puede permanecer confinada en el corazón. Si estamos revestidos de la justicia de Cristo y rebosamos de gozo por la presencia de su Espíritu, no podremos quedarnos callados. Si hemos probado y visto que el Señor es bueno, tendremos algo que decir a los demás. Como Felipe cuando encontró al Salvador, invitaremos a otros a que se acerquen a él» (Elena G. de White, El camino a Cristo, pp. 115, 116).
Los mensajes de los tres ángeles de Apocalipsis 14 se basan en el «evangelio eterno» (Apoc. 14: 6). Esto significa que, aun antes de la exhortación a adorar a aquel «que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas» (Apoc. 14: 7), del anuncio de la caída de Babilonia (Apoc. 14: 8) y de la advertencia contra la adoración «a la bestia y a su imagen» (Apoc. 14: 9), se proclama el fundamento del evangelio: la salvación en Jesús. Las advertencias y los mensajes de los tres ángeles no son otra cosa que la esperanza y la confianza que los voceros de esos mensajes tienen en Jesús y en lo que ha hecho por ellos. Fuera del «evangelio eterno», realmente no tenemos nada de valor que decir al mundo.
Medita en el hecho de que, incluso antes del inicio de la proclamación de los mensajes de los tres ángeles, se nos señala el «evangelio eterno». ¿Qué nos dice esto acerca de cuán fundamental es esta verdad para todo lo que creemos?
Citas bíblicas:
Isaías 6: 1-8
Salmo 51: 7-15
Apocalipsis 18: 1
Apocalipsis 14: 6-12
Apocalipsis 14: 7
Apocalipsis 14: 8
Apocalipsis 14: 9
Romanos 8: 34
Viernes, Mayo 23
Para estudiar y meditar
«Los salmos de David pasan por toda la gama de la experiencia humana, desde las profundidades del sentimiento de culpabilidad y condenación de sí hasta la fe más sublime y la más exaltada comunión con Dios. La historia de su vida muestra que el pecado no puede traer sino vergüenza y aflicción, pero que el amor de Dios y su misericordia pueden alcanzar hasta las más hondas profundidades; que la fe elevará el alma arrepentida hasta hacerle compartir la adopción de los hijos de Dios. De todas las promesas que contiene su Palabra, es uno de los testimonios más poderosos en favor de la fidelidad, la justicia y la misericordia del pacto de Dios.[…]
»“Juré a David mi siervo, diciendo […]. Mi mano estará siempre con él; mi brazo también lo fortalecerá. […] Mi fidelidad y mi misericordia estarán con él y en mi nombre será exaltado su poder. Asimismo pondré su mano sobre el mar y sobre los ríos su diestra. Él clamará a mí, diciendo: ‘Mi padre eres tú, mi Dios, y la roca de mi salvación’. Yo también lo pondré por primogénito, el más excelso de los reyes de la tierra. Para siempre le aseguraré mi misericordia y mi pacto será firme con él. Estableceré su descendencia para siempre y su trono como los días de los cielos” (Sal. 89: 3, 21-29)» (Elena G. de White, Patriarcas y profetas, pp. 745, 746).
Preguntas para dialogar:
La humanidad ha fracasado miserablemente en cuanto a cumplir su parte en los pactos hechos con Dios. A pesar de algunos grandes errores, David, el «hombre según el corazón de Dios», fue utilizado poderosamente para comunicarnos los términos de nuestra salvación. ¿En qué sentido David prefigura a Jesús, quien sí fue perfectamente fiel al pacto de Dios en nuestro favor? ¿Por qué lo que Jesús hizo por nosotros es nuestra única esperanza?
¿Qué pasajes de los Salmos han sido especialmente útiles o significativos para ti por reflejar el tipo de experiencias que has vivido?
¿Por qué los Salmos se refieren con tanta frecuencia al Templo? ¿Qué podemos aprender del amor que David sentía por el Santuario? ¿Cómo puede esto ayudarnos a apreciar lo que Jesús significa para nosotros como nuestro Sumo Sacerdote celestial, «que además está a la diestra de Dios e intercede por nosotros» (Romanos 8: 34)? ¿Por qué, incluso como redimidos, necesitamos que Cristo interceda por nosotros en el Cielo?
Sobre la base de la cita anterior de Elena G. de White, ¿cuál ha sido tu experiencia? Es decir, ¿cómo ha elevado Dios tu «alma arrepentida para participar de la adopción de los hijos de Dios» después de la «vergüenza y la aflicción» del pecado?
Citas bíblicas:
Salmo 89: 3, 21-29
Romanos 8: 34
Explora un recorrido temático por los eventos clave de la historia de Israel, desde las plagas de Egipto hasta la construcción del Tabernáculo, con el objetivo de extraer lecciones prácticas y espirituales aplicables a la vida del creyente de hoy. Este estudio bíblico en PDF y en línea busca mostrar cómo la historia de Israel sirve como advertencia e instrucción, permitiendo comprender y aplicar sus principios espirituales en nuestra vida cotidiana. Incluye una introducción y trece lecciones detalladas: desde la opresión y el nacimiento de Moisés, pasando por la zarza ardiente, las plagas, la Pascua, la apertura del Mar Rojo, hasta el Pan y el Agua de Vida, el pacto en el Sinaí, cómo vivir la Ley, la apostasía e intercesión, la petición de ver la gloria de Dios, y finalmente, la construcción del Tabernáculo. Cada lección está disponible en PDF y en línea, facilitando el estudio personal, grupal o en clases bíblicas. Aprovecha estos recursos gratuitos para profundizar en la historia bíblica, fortalecer tu fe y entender cómo los principios de Israel pueden guiar y transformar tu vida espiritual hoy.
Sabado 2 de Agosto 2025
A través del Mar Rojo
Lee para el estudio de esta semana
Éxodo 12: 31–36; Santiago 2: 17–20; Éxodo 13: 1–14: 31; Hebreos 11: 22; Éxodo 15: 1–21; Apocalipsis 15: 2–4.
Para memorizar
«Pero Moisés dijo al pueblo: “No teman. Manténganse tranquilos, y verán la salvación que el Señor les dará hoy. Porque esos egipcios que hoy ven, nunca más los verán. El Señor peleará por ustedes. Estén tranquilos”» (Éxo. 14: 13, 14).
El Éxodo es la experiencia más dramática y gloriosa del pueblo de Dios en el Antiguo Testamento. Este acontecimiento es el modelo divino de cómo Dios derrotó a los enemigos de los hebreos e introdujo victoriosamente a los israelitas en la Tierra Prometida. También es un símbolo de la salvación y la redención en Cristo.
Desde el punto de vista humano, los hijos de Israel se encontraban en una situación desesperada, de la que no podían librarse por sí mismos. Solo Dios podía salvarlos. Lo mismo ocurre con nosotros y el pecado: estamos en una situación desesperada. Necesitamos algo aún más dramático que el Éxodo: la cruz de Cristo y lo que él hizo allí por nosotros.
Los acontecimientos relacionados con la salida de Israel de la tierra de Gosén, mencionados en Éxodo 12 y rememorados en el cántico de Moisés, alegremente entonado en Éxodo 15, son sobrecogedores y asombrosos. Las señales, prodigios y milagros redentores de Dios alcanzan su apogeo en ese contexto.
Pero, ni siquiera eso es comparable con lo que Cristo hizo por nosotros en la cruz, de lo cual el drama del Éxodo fue una mera prefiguración.
Domingo 3 de Agosto 2025
Vayan y adoren al Señor
En la noche de Pascua, el juicio divino fue ejecutado sobre quienes no estaban cubiertos por la sangre (Éxo. 12: 1-12). Nadie escapó debido a su posición, educación, estatus social o género. El castigo alcanzó a todas las familias, desde el faraón hasta los esclavos, e incluso a los primogénitos de los animales. El orgullo de Egipto estaba por los suelos.
Lee Éxodo 12: 31 al 36. ¿Qué extraña petición hizo el faraón y por qué, incluso cuando dio permiso para que los hebreos se fueran?
Cuán interesante es la petición del faraón a los hebreos cuando les permitió ir a adorar: «Y bendíganme a mí», o «rueguen a Dios por mí» (DHH).
¿Por qué pediría eso el rey de Egipto, un presunto «dios» en la Tierra y entre su pueblo? Parecía que había comprendido el poder del Dios de los hebreos y deseaba beneficiarse de él. Sin embargo, ¿cómo podía Dios bendecirlo mientras estaba sumido en la rebelión, la terquedad, el pecado y el orgullo? Aunque dio finalmente su consentimiento, no fue por sumisión a la voluntad de Yahvé, sino por la derrota que había sufrido. No estaba arrepentido, como lo revelarían sus acciones posteriores. Simplemente, quería detener la devastación que estaba destruyendo su reino.
Faraón fue humillado y dio permiso a Israel para salir de Egipto ante las trágicas consecuencias de la peor plaga. Permite ahora lo que se negó a conceder tantas veces antes, cuando demostró que no le importaba el sufrimiento que sus acciones acarreaban a su nación.
Comprensiblemente, el pueblo egipcio también deseaba que los hebreos se fueran. Por favor, váyanse o «todos moriremos», dijeron.
Mientras tanto, Dios hizo provisión para que los israelitas no salieran de Egipto con las manos vacías, sino con lo que necesitarían para lo que resultó una experiencia mucho más prolongada que lo previsto. Los egipcios dieron a los hebreos preciosos artículos para apresurar la salida de ellos del país. Por otra parte, lo recibido eran salarios negados a los israelitas durante siglos de esclavitud. Seguramente los egipcios consideraron aquello como algo muy módico con tal de sacar a los hebreos de su tierra.
¿Cuántas veces nos hemos «arrepentido» de ciertas acciones solo por sus consecuencias y no porque sintiéramos que, en sí mismas, fueran incorrectas? ¿Por qué ese tipo de arrepentimiento no es verdadero? ¿Cómo podemos aprender a arrepentirnos de pecados por los que, en cierto sentido, no afrontamos consecuencias negativas, al menos a corto plazo?
Lunes 4 de Agosto 2025
La consagración del primogénito
El tiempo prometido de la redención, de la liberación, estaba a punto de llegar. El pueblo debía estar preparado. No bastaba con creer, debían actuar en consecuencia. Dios les había dicho lo que tenían que hacer; ahora tenían que hacerlo por fe. Aunque en un contexto totalmente diferente de aquel en el que Santiago estaba escribiendo, el principio destacado es en ambos casos el mismo: «¿Quieres saber, hombre vano, que la fe sin obras está muerta?» (Sant. 2: 20).
Lee Éxodo 13: 1 al 16. Los primogénitos israelitas fueron perdonados por la gracia de Dios durante la última plaga. ¿Cuál es la razón de ser de ese mandato divino perpetuo y qué debería significar para nosotros hoy?
Dios protegió misericordiosamente a las familias israelitas que estaban, por así decirlo, bajo la sangre porque habían marcado por fe los dinteles de sus puertas. Estas nuevas instrucciones vinieron del Señor a través de Moisés: «Conságrame todo primogénito varón» (Éxo. 13: 2). Esta legislación era válida tanto para los humanos como para los animales.
Un principio que subyace tras este mandato es que todo pertenece a Dios, pues es nuestro Creador y el Dueño de cuanto existe: «Del Señor es la tierra y su plenitud, el mundo y los que habitan en él» (Sal. 24: 1). «Mía es la plata, mío es el oro –dice el Señor Todopoderoso» (Hag. 2: 8). Los primogénitos de los israelitas eran el primer fruto de las bendiciones concedidas a ellos por Dios. Eran también una señal de su total consagración a él y de que comprendían que todo lo que poseían procedía solo de él.
También vemos aquí la idea de redención, de salvación. Los primogénitos se libraban de la muerte porque estaban cubiertos o salvaguardados por la sangre. Fueron redimidos de la muerte como lo son quienes están bajo la sangre de Jesús. Como dice Pablo acerca de Jesús: «En quien tenemos redención por su sangre, el perdón de los pecados» (Col. 1: 14).
Dios dio a los hebreos ciertas normas acerca de cómo debía ser presentada la ofrenda correspondiente en celebración de su liberación de la esclavitud en Egipto. Los animales debían ser sacrificados, pero los hijos debían ser redimidos (Éxo. 13: 12, 13, 15).
Éxodo 13: 16 se refiere a lo que debían colocar en sus manos y entre sus ojos. ¿Cómo simboliza esto la importante verdad espiritual de que, independientemente de cuánta fe tengamos, debemos actuar en armonía con esa fe?
Martes 5 de Agosto 2025
El cruce del mar rojo
Lee Éxodo 13: 17 a 14: 12. ¿Cómo guio Dios a los israelitas cuando salieron de Egipto y qué ocurrió después?
En armonía con las instrucciones dadas por Dios a Moisés, los israelitas salieron de Egipto como un ejército bien organizado. Los términos hebreos tsaba” y majaneh, traducidos como «ejércitos», «escuadrones», «campamento» y «huestes», atestiguan esa descripción (Éxo. 6: 26; 7: 4; 12: 17, 41, 51; 14: 19, 20; compara con Éxo. 13: 18). Los hebreos se dividieron en unidades y marcharon como un ejército. Más tarde, Balaam vio desde las colinas de Moab que Israel estaba «acampando por tribus» (Núm. 24: 2, NVI).
Mientras tanto, «Moisés llevó consigo los huesos de José» (Éxo. 13: 19). Este es un detalle muy importante del texto, y revela el cumplimiento de las promesas de Dios en respuesta a la fe de José, quien nunca perdió de vista la Tierra Prometida aun en medio del esplendor y los privilegios de Egipto. Pidió que sus huesos fueran llevados a la tierra de Canaán (Gén. 50: 24, 25). Creía que el Señor visitaría a Israel en Egipto y lo llevaría a la tierra, como había jurado (Heb. 11: 22). Cuando Israel llegó a Canaán, los huesos de José fueron sepultados en Siquem (Jos. 24: 32).
La columna de nube y la de fuego eran señales visibles de la presencia de Dios entre su pueblo. El Señor habitaba allí y se comunicaba con ellos también desde la nube (Éxo. 14: 24; Núm. 12: 5, 6).
El faraón reveló ahora los verdaderos motivos de su corazón. No estaba convertido y nunca se arrepintió de verdad. Su petición a Dios para que lo bendijera era una farsa, tal vez un autoengaño. Reunió a su ejército y fueron tras sus esclavos fugitivos. ¡Cuán totalmente cegado por el pecado estaba realmente este hombre!
Cuando el pueblo vio venir al ejército del faraón, pronunció palabras y expresó sentimientos de los que se harían eco más de una vez: «¿No había sepulcros en Egipto, que nos sacaste a morir en el desierto? ¿Por qué has hecho así con nosotros al sacarnos de Egipto?» (Éxo. 14: 11).
Aun después de haber visto manifestaciones tan dramáticas del poder de Dios, que incluyeron el libramiento de sus hijos primogénitos, el pueblo seguía mostrando una asombrosa falta de fe.
Piensa en la última vez que te enfrentaste a una situación terrible. ¿Cuál fue tu primera reacción: confianza en Dios o falta de fe? ¿Qué lecciones deberías haber aprendido de esa situación que podrían ayudarte la próxima vez que enfrentes otra?
Miercole 6 de Agosto 2025
Avanzando por fe
Lee Éxodo 14: 13 al 31. A pesar de su falta de fe, ¿qué hizo Dios por los hijos de Israel?
Puesto que Moisés confiaba de todo corazón en Dios y en su Palabra, animó al pueblo. Presentó cuatro puntos cruciales acerca de cómo actuar en situaciones difíciles:
«No teman» (Éxo. 14: 13). El primer llamamiento es a confiar en el Señor, pues solo así es posible vencer el temor. Isaías nos recuerda esta verdad al afirmar que los creyentes están en las manos de Dios y que él actuará en favor de ellos si lo aceptan como su Dios y Señor: «No temas, que yo estoy contigo. No desmayes, que yo soy tu Dios [...]. Porque yo, el Señor, soy tu Dios, que te sostiene de tu mano derecha y te dice: “No temas. Yo te ayudo”» (Isa. 41: 10, 13).
«Manténganse tranquilos» (Éxo. 14: 13). «Mantenerse tranquilos» no significa solo dejar de murmurar y esperar grandes cosas, sino confiar en Dios y esperar pacientemente su poderosa intervención, ya que él actuará.
«Verán la salvación que el Señor les dará hoy» (Éxo. 14: 13). Para que nuestra fe crezca, es importante reconocer el liderazgo y la ayuda de Dios, y agradecer su asistencia prometida. «Ver» significa abrir los ojos (porque la incredulidad es ciega). Solo Dios puede proporcionar la victoria, la seguridad y la salvación. Dios siempre está disponible, cuidando de nosotros y proveyendo lo que necesitamos en el momento apropiado.
«El Señor peleará por ustedes» (Éxo. 14: 14). Esto indica lo que Dios hará: Luchará personalmente por su pueblo. El Calvario es la prueba definitiva de ello, pues en la cruz Cristo derrotó a Satanás para darnos la vida eterna (Juan 5: 24; Heb. 2: 14; Apoc. 12: 10, 11). Incluso los egipcios reconocieron que el Señor luchaba por los israelitas (Éxo. 14: 25).
La orden dada por Dios a Moisés fue clara: «Marchen». Dios desplegó su plan de acción paso a paso: (1) el Ángel de Dios y la columna de nube se desplazaron desde la parte delantera del campamento de Israel y se situaron detrás de ellos, protegiéndolos del ejército egipcio; (2) Moisés extendió por fe su mano sobre el mar; (3) el Señor dividió el agua y la secó con un fuerte viento; y (4) el resultado fue que los israelitas atravesaron el mar con seguridad y sobre tierra seca hasta la otra orilla. Los egipcios los persiguieron ciegamente pues se negaron a ver que Dios estaba haciendo cosas extraordinarias por su pueblo hasta que fue demasiado tarde, como lo reveló su confesión en Éxodo 14: 25.
Jueves 7 de Agosto 2025
El cántico de Moisés y de María
Todo el ejército egipcio fue derrotado y nadie sobrevivió, incluido el faraón (ver Sal. 136: 15). Fue una derrota impresionante para los egipcios y una victoria completa para el pueblo de Dios. No es de extrañar que, a lo largo de toda su historia y hasta el día de hoy, los judíos revivan este incidente.
Lee Éxodo 15: 1 al 21. ¿Cuál es el contenido del cántico de Moisés?
Este cántico alaba al Señor porque es un Guerrero poderoso que derrotó a quienes se oponían a su pueblo. Moisés desarrolla personalmente este tema subrayando que el Señor, su Dios, es también su fortaleza, su canción y su salvación. Nadie es como él, «magnífico en santidad, terrible en prodigios, autor de maravillas» (Éxo. 15: 11).
El cántico de Moisés habla de quién es Dios y de lo que hace. El Señor es exaltado, alabado y admirado por su extraordinaria obra en favor de su pueblo. La gratitud y la adoración son el resultado natural de la bondad de Dios para con nosotros. El aprecio por su amor es el prerrequisito para disfrutar de una vida espiritual vibrante. El amor inquebrantable de Dios es especialmente enfatizado y glorificado porque él conducirá al pueblo que ha redimido hasta su santa morada. Moisés predice que Dios establecerá el Santuario en el monte de su heredad (Éxo. 15: 17) en referencia a Sion y al templo de Jerusalén.
En Apocalipsis 15: 2 al 4, los redimidos cantan el cántico de Moisés y del Cordero. ¿Puedes imaginar cómo sonará en el Cielo esta alabanza a Dios por sus grandes y maravillosas obras, por sus juicios justos y verdaderos, por sus acciones justas y su santidad?
Observa lo que dice la última línea del cántico: «Todas las naciones vendrán y te adorarán, porque tus actos de justicia han quedado manifiestos» (vers. 4). Es decir, cuando los juicios de Dios, especialmente los que tienen que ver con el mal y la opresión que durante milenios han quedado impunes, se hayan manifestado, los redimidos de las naciones lo alabarán por esos juicios.
Immanuel Kant dijo que si Dios es justo debe haber algún tipo de vida después de la muerte. ¿Por qué es tan acertada esa afirmación y cómo podemos aprender a confiar en que un día llegará la justicia que tanta falta hace en nuestro mundo? ¿Qué consuelo puede darnos esa esperanza?
Viernes 8 de Agosto 2025
Para estudiar y meditar
Lee el capítulo titulado «El Éxodo» en el libro Patriarcas y profetas, de Elena G. de White, pp. 253-262.
Dios estaba con los israelitas a pesar de su poca fe. Deseaba instruirlos y guiarlos a fin de que pensaran y se comportaran como su pueblo elegido. Dios los guio pacientemente y los dirigió a un lugar donde encontrarían menos desafíos. Elena G. de White dice lo siguiente al respecto: «Los israelitas no estaban preparados para un encuentro con aquel pueblo fuerte y belicoso. Tenían un conocimiento muy limitado de Dios y muy poca fe en él, y se habrían aterrorizado y desanimado. Carecían de armas y no estaban habituados a la guerra; tenían el espíritu deprimido por su prolongada servidumbre, y se hallaban impedidos por las mujeres y los niños, los rebaños y las manadas. Al dirigirlos por la ruta del Mar Rojo, el Señor se reveló como un Dios compasivo y juicioso» (Elena G. de White, Patriarcas y profetas, p. 254).
Acerca del cántico de Moisés, el Comentario bíblico Andrews dice lo siguiente: «La certeza de este acto redentor de Dios en la historia nos asegura que nada tenemos que temer del futuro. La última estrofa se centra en los enemigos futuros que tendrían que ser enfrentados en la conquista de Canaán. Por causa del “brazo poderoso” (RVC) de Dios, enmudecerían “como una piedra” (v. 16). Cuando enfrentamos certeras imposibilidades, cuando nos sentimos acorralados y no sabemos adónde acudir, podemos encontrar seguridad en “el cántico de Moisés”, porque conmemora un gran acontecimiento de la historia del pueblo de Dios» (Comentario bíblico Andrews, t. 1, p. 250).
Preguntas para dialogar:
¿Por qué nos encontramos tan a menudo en la posición de los hebreos después de su increíble liberación de Egipto, pero antes del desafío del Mar Rojo? Es decir, ¿por qué nos sigue resultando tan fácil mostrar y expresar falta de fe a pesar de tantas demostraciones divinas de bondad y amor para con nosotros?
¿Por qué el faraón siguió persiguiendo a Israel después de todo lo sucedido, incluida la muerte de los primogénitos? ¿Qué nos enseña esto sobre el peligro de persistir en el pecado?
Aunque todos enfrentamos a veces pruebas terribles, muchos hemos tenido (y seguimos teniendo) días muy buenos y momentos en los que no nos ocurre nada malo a nosotros ni a nuestros seres queridos. ¿Por qué deberíamos considerar esos momentos como una demostración de la gracia y la protección de Dios, sobre todo en vista de que vivimos en territorio «enemigo»? Es decir, ¿por qué deberíamos acordarnos siempre de alabar a Dios en los buenos tiempos, ya que no sabemos de qué calamidades hemos sido librados?.